En días como éstos es cuando nos damos cuenta de lo insignificante que es el ser humano. Las imágenes sobrecogedoras que nos han llegado de los pueblos vecinos nos han encogido el corazón a todos. Las calles anegadas en agua y fango, las casas sumergidas, los coches destrozados, las poblaciones incomunicadas…, nos dan una idea de lo fácilmente que podemos perder todo lo que tenemos de la noche a la mañana. Es por ello que Torrevieja se ha volcado con las víctimas del desastre, o, más bien, de una naturaleza con la que convivimos sin respetarla mucho y que de vez en cuando nos demuestra que su poder no es para tomárselo a broma. No sólo han salido de la ciudad toneladas de comida, mantas y artículos de primera necesidad, sino también numerosos voluntarios dispuestos a dar su tiempo y esfuerzo para ayudar a quienes los necesitaran, sin importar cuántas horas robaran al sueño, la familia y los amigos, ni lo duro del trabajo; sin olvidar a los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias y otros cuerpos de seguridad que han estado coordinando las labores de rescate y limpieza. Es difícil cuantificar los daños y el tiempo que tardará la comarca en recuperarse, lo que sí ha quedado claro es el sentimiento de comarcalidad que nos une en la Vega Baja, que los torrevejenses sentimos como propios los daños sufridos por vecinos de Almoradí, Orihuela o Benferri, que, aunque unos tengan playa, otros agricultura, y otros bases logísticas, realmente somos uno, con un mismo corazón e idiosincrasia, con los mismos intereses y un mismo rumbo. Por ello, nuestro futuro pasa por la unión de la comarca, por la vertebración de estrategias conjuntas y la creación de sinergias entre los municipios. En definitiva, se trata de que los políticos sean capaces de ponerse de acuerdo y plasmar en el papel un sentimiento de unidad y ayuda mutua que ya existe y que se ha dejado sentir estos días en todos los rincones de la Vega Baja.
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