Hablemos más claro todavía. Definitivamente, gran parte de la esquizofrénica y delirante actuación de algunos políticos ya no se debe a su innegable anquilosamiento ideológico y a su irrefrenable adhesión a la erótica del poder y del «postulismo» con altas dosis corrosivas de pura naftalina. La mediática práctica de la obscenidad hecha noticia nos está acostumbrando a la bochornosa visión de unos profesionales políticos de dudosa eficacia y de rango «hiper-exitado». No os hemos colocado ahí para contemplar semejante espectáculo, pero yo ya llego a pensar que no sabéis hacer otra cosa; sobre todo por falta de capacidad, de sensibilidad e intuición pragmática, competente y ágil para resolver los problemas que verdaderamente acucian e interesan a la ciudadanía. Habéis convertido esto en un dislate poco serio. Más lamentable todavía, parece que no tengáis vergüenza escénica alguna y, lo que es peor, pensáis y actuáis como en una penosa representación de vodevil en la que el único personaje que hace gracia es el arlequín con su traje lleno de rombos, como aquellos que se ponían en TVE para avisar que los niños era mejor que sintonizaran con las sábanas. Sandeces como las declaraciones «vomitadas» por el sr. Císcar dicen mucho por sí mismas (menos mal que los sufridos compañeros de la prensa están curados de espantos y trabajo no les falta). Utilizar a los medios para decir semejantes estupideces es una mala práctica y un mal uso de los medios de comunicación… pero, ¿cómo se lo cuentas a estos oradores del sinsentido? Lo del sr. alcalde es para «partirse el culo». Tiene una sangrienta batalla interna con Domingo Soler y otros ex-concejales (apartados con modos y maneras muy de moda), y busca apoyos en concejales del grupo municipal en proceso de expulsión de su propio partido. Esto me recuerda un e-mail cuyo asunto decía «Dos personas haciendo lo mismo; pero no es igual». En él, se comparaban fotos de gordas todo grasa hasta la extenuación (valga la paradoja) con esculpidos cuerpos de sílfides de carne y huesos (más de lo último) y, como elemento en común, las dos personas llevaban un pantalón muy similar de rayas… absurdo, ¿verdad? Pero como la vida política misma, ¡oiga! Cuando alguien se dedica a buscar grietas en casa ajena mientras su tejado se le cae encima no parece menos estúpido. Quizás convendría preguntarle a Vera qué le pasó al tejado de Dora.
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