Aquella noche del 13 de diciembre, Manolín estaba inquieto, nervioso y no paraba de llorar. No había forma de consolarlo ni hacerle callar. Mi padre, con su «gracia», le puso en torno al cuello un «collar» de chorizos, todavía sin acabar de curar -sólo llevaban 3 días oreando, después de la matanza del día 10-. El niño, al sentir aquello tan cerca de su nariz, supo, por instinto, que era comida. Además, su abuelo le incitaba: «¡Come, hijo… Come…!». Con sus 2 paletas, desgarró la punta de uno y poco a poco se lo comió. Por supuesto que con la comida dejó de llorar, al menos de momento. Cuando mi madre vio la escena, le montó el pollo a mi padre: «¿Cuándo se ha visto a un niño tan chico comiendo chorizo, de noche y sin pan? ¡Como para que le de algo!», fueron sus palabras premonitorias. Toda la noche estuvo el bebé, de 10 meses, sin parar, teniendo en jaque a su madre (mi hermana) y a la abuela. Al dia siguiente, Manuel no se tenía de pie, y eso que le hacía mucha gracia agarrarse a los poyetes de la cocina y recorrerla de un lado a otro, haciendo gorgoritos y dando grititos de alegría. Cundió la alarma en toda la familia. Enseguida fue llevado a que lo viese don Rafael, el practicante, ya que el médico más cercano estaba a casi 2 horas de camino. Torció don Rafael el gesto: «El niño tiene poliomelitis», dijo. Nadie sabía qué era aquello hasta que él lo explicó… ¡Fue una bomba!
Después de varias operaciones, muchos dolores, aparatos y botas especiales y caras, a los 52 años ha muerto por rotura de la aorta. Sobrino, Manuel Lozano, mi recuerdo y amor para ti. Torrevieja. 7/9/2010
Con todo lo que llegó a pasar mi madre con mi hermano, hay una anecdota que se me quedó grabada y nunca la olvidaré …. Un día marcho a Sabadell a recoger el nuevo aparato junto con la bota; llevaba el dinero justo para pagar al ortopédico y para el viaje de ida y vuelta, pero habían subido el precio del billete de autobús y la pobre al final se puso a llorar en la parada del bus; alguién del pueblo ( no recuerdo quién fué ) le pagó la diferencia y pudo llegar a casa. Nunca nos faltó lo esencial pero qué malos años fueron aquellos, sobretodo para mis padres.
Un beso enorme y mi gratitud por tu artículo en recuerdo de mi hermano.
todo es poco porke no se pudo retener en este mundo,a pesar del esfuerzo del personal sanitario de sentmenat,pero su recuerdo siempre estará entre nosotros—–
Muy bonito, si señor, pero perdoname, el abuelo era un poco bruto, cuando he leído que Manolo tenía 10 meses,tenias que ver la cara que se ma ha quedado, jajaja