Vivimos en España en revuelo permanente con la tragedia cotidiana de la violencia doméstica, que conforma a toda la sociedad en un estado de recelo y mal humor, y que nos asombra cada día, cada media hora, a todas las horas, y para la que no valen ni leyes ni condenas ni medidas preventivas… Y está la violencia de los jóvenes, que, cada vez a edad más temprana, casi niños, hacen sus «pinitos» en las escuelas y fuera de ellas… Y la del adolescente que es ya mayor para acercarse a la noche tenebrosa de ruido y alcohol… Y la de los guardianes de la cosa, que confunden autoridad mesurada con chulería prepotente y letal a veces. Y la violencia verbal y grosera -si no llega a más- entre conductores que, aferrados a su volante como poderoso talismán, son, o somos, incapaces de perdonar el más mínimo despiste del otro… Resaltemos la del deporte, con la casi habitual entre las hinchadas en los campos de fútbol. Hay violencia verbal a veces entre los que nos escriben, nos «debaten» y nos hacen ruedas de prensa para educarnos en convivencia y como perfectos ciudadanos (!)…Y me dejo al final al terrorismo lacra de nuestro tiempo… (Terminando estas letras, oigo la noticia de la matanza de Bombay con ochenta muertos, caos durante horas, y donde se encontraban dos delegaciones españolas que han sufrido lo suyo, con heridos y todo).
Esta sociedad recelosa y humillada reclama cada dos por tres penas más duras, sobre todo de cárcel… Casi normal… Pero es que Instituciones Penitenciarias se queja del hacinamiento que hay en las cárceles, que hasta en eso tenemos el liderato de la Europa Occidental: 154 reclusos por cada 100.000 habitantes. Parece que la función disuasoria no funciona, ni tampoco la que busca la integración.
Todo está resultando miserable en estos tiempos que, hasta hace unas horas, han sido de opulencia, consumismo a ultranza y de una miopía hacia los valores que hacen al hombre dueño de su destino y que no encuentra por ninguna parte. I+D, nos dicen. ¿Notamos la labor de ese ejército de psiquiatras, psicólogos, sociólogos y pediatras que vive entre nosotros y debiera moldear nuestro comportamiento?
No. Y ahora, para culminar la orgía de progresismo y relativismo que nos inunda, viene otro juez dando palos a ciegas, un Garzón bis, que se declara competente para dictar una sentencia que manda retirar el crucifijo de una escuela pública, porque, según dice, vulnera la Constitución. Se equivoca gravemente, porque en el artº 16 punto 3, la Carta Magna hace una mención especial a la Iglesia Católica. Ahí está, sr. Juez, el crucifijo de las escuelas, que, por otra parte, está presente y delante de los españoles desde siglos, aunque algunos no lo quieran reconocer. Ya quisiera yo que los maestros, además de no retirarles a los chiquillos el crucifijo que han visto siempre, les enseñaran todos los días alguna idea sobre el mensaje de la Cruz. Otro gallo nos cantara. Pero es mi opinión, claro.
JortizrochE
Dejar una contestacion