LUNES
Las rancheras, al igual que los corridos y por supuesto las habaneras, han sido géneros musicales del gusto de muchas generaciones de torrevejenses. Los corridos no son exclusivamente revolucionarios, o ensalzan la historia de narcotraficantes (como excelentemente refleja Arturo Pérez Reverte en su libro «La Reina del Sur»). Los corridos cuentan también historias de amor. En el último pleno municipal fue más que evidente que la oposición no entonaba el mismo corrido, y, en todo caso, las letras que se intercambiaron entre el sr. Domingo Pérez (PSOE) y el sr. José M. Dolón (Verdes) no fueron muy amorosas que digamos. La rima fue distinta y el PSOE fue a pie cambiado en el tema del representante en el consejo de administración de la empresa mixta del Ciclo Integral del Agua. Es obvio que a los chicos del PSOE no les iba el rollo de los corridos y es que, tal vez, ellos sean más de lo tradicional, de lo de siempre, vamos, de la música clásica y de un autor que en este caso les vendría que ni pintado, Haendel y su «Música de Agua». Bien empezamos.
MARTES
Cae en mis manos, casi de una manera accidental, el libro «Las Voces de la Memoria», cuentos populares de la Región de Murcia. Comienzo su lectura y con ella destapo la caja de los sueños, de los recuerdos, de los veranos placenteros de mi niñez y juventud: El kiosco de la Roja, los futbolines de «Juan el Cojo», el Cine Gloria, la heladería de la Jijonenca con el coro de D. Manuel Barberá, amenizando unas noches mágicas de verano al son de la habanera más popular (la que canta el pueblo), el puesto de patatas fritas del paseo, la playica del Bufa, la feria y su magnifica Tómbola Benéfica, los futbolines de Mariano el de la Cantina, etc. El tiempo, nuestro tiempo, pasa. Pero siempre nos queda la palabra, se irán quienes las dejan y escuchan, pero las palabras siempre quedarán en la memoria colectiva.
MIERCÓLES
Sentado en mi mecedora, la que fue de mi abuela, y de la madre de mi abuela y de mi madre, y alguna vez espero que lo sea de alguno de mis hijos, recorro un camino interminable hacia los recuerdos y hacia el reconocimiento de aquellos tres médicos que durante tantos años defendieron y lucharon por mejorar la salud de todos los Torrevejenses con una entrega encomiable. D. Manuel García Gea, una sonrisa suya te curaba el alma y te aliviaba de todos los males; D. José Giménez Cañizarez, impetuoso, dinámico y sorprendente; y D. Ángel Fenoy, atento, paciente y siempre dispuesto a escuchar. En estos días convulsos, donde la sanidad local pasa por los juzgados, en estos días donde la sanidad pública se pone en manos de la inversión privada, en estos días donde los profesionales de la sanidad son evaluados desde un consejo de administración y una cuenta de resultados, en estos días donde el negocio prevalece por encima de las personas y de la salud, todavía, aun más si cabe, se dimensiona la vocación y profesionalidad de éstos tres galenos torrevejenses.
JUEVES
El diplomático, embajador, escritor, aristócrata y espía en ese tiempo tan nefasto de la historia mas reciente de éste nuestro país, el Franquismo, Agustín de Foxá, solía comentar con cierto cachondeo irónico y alguna que otra mala baba lo siguiente: «Soy Conde, soy rico, soy gordo, soy embajador, soy feliz. Y todavía me preguntan por qué soy de derechas. ¿Pues qué cojones quieren que sea?». Lo lamentable de esto no es que aquel señor hiciera estos comentarios en aquel contexto histórico, sino que hoy en día todavía hay gente que responde a estos planteamientos tan simplistas y en algunos casos a otros más viscerales.
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