Al parecer, el texto de este titular es el que han mantenido como una de las últimas conversaciones el presidente de Gobierno y el líder de la oposición, en su viaje conjunto al País Vasco, con motivo del asesinato del Sr. Uria.
A los dos líderes les hemos visto hacer declaraciones afirmando que no veían muy necesario hacer modificaciones a la Carta Magna.
Quiero hacer referencia a un aspecto de la Constitución, donde los especialistas constitucionalistas, feministas y otros, establecen que hay que cambiar. El Título II, que habla de la Corona, artículo 57.1, dice, entre otras cosas: «La Corona es hereditaria en los sucesores de S.M. Don Juan Carlos (…) en el mismo grado, el varón a la mujer (…), la persona de más edad a la de menor». Según este artículo, se ha relegado a la mujer de la «realeza» a un segundo término, es decir, a las épocas de la Ley Sálica y de la España absolutista, que paradójicamente Fernando VII modificó en pro y beneficio de su hija Isabel II, para que fuera Reina de España.
A los españoles, sinceramente, ¿qué más nos da que haya un rey o una reina, si lo que se propugna es la igualdad del hombre y la mujer en la Casa Real, pero no entre españolas y españoles, que nunca tendremos derecho a ser «reyes», únicamente los descendientes de D. Juan Carlos?
La Corona, según el artículo 57, es hereditaria, por eso a los españoles nos debe dar igual que reine el príncipe Felipe o su hermana Elena, que sea un miembro o una «miembra», pues, a mi juicio, ninguno de los dos aporta más valor añadido, el uno que el otro.
Eso sí, ahora ya no toquemos al sucesor, Príncipe de Asturias, aunque sea hombre, porque le correspondería a su hermana Elena, pero tratemos de modificar la Constitución para épocas venideras y que el descendiente, dentro de todas las premisas dinásticas hereditarias, sea el mayor, siendo igual hombre que mujer. ¿Quiénes serán los próximos herederos?
A mí me gustaría que se modificase el artículo 56, en su apartado 3, que dice: «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad…». Da la sensación de que el «constitucionalista» que redactó tal articulado pensaba verdaderamente que la monarquía del siglo XX debía ser como en la Edad Media, que venía precedida del mandato divino, y, obviamente, ya no estamos en el XX, sino en XXI. ¿Cómo es posible semejante dislate, que un Rey, en una monarquía constitucional, que es un ser humano, no tenga responsabilidad? Evidentemente, la debe tener, como cualquier ser humano. Modifíquese la Constitución, la actual es irreal.
Joaquín Garrido Mena
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