De lunes a jueves

LUNES

En cierta ocasión, leí que algunos humanos tienen el defecto de «mirar la pajilla en ojos ajenos…». Suelen ser como esos perfeccionistas imperfectos que no toleran la conducta de sus semejantes. La intolerancia es esa incapacidad que tienen ciertas personas para tolerar lo que no sea de su agrado, y suele convertirse en la manía de odiar y rechazar las actitudes de aquellos que no sean compatibles con su forma de ser y de pensar.
Por eso, cuando en estas últimas elecciones municipales vi la foto del ex-asesor de Fiestas (Iñaki Isidro) increpando, con cara desencajada, actitud violenta, y arropado en jauría humana, a unos cuantos chavales que manifestaban su rechazo por los últimos escándalos políticos de la Comunidad Valenciana de su ex-presidente Francisco Camps (imputado y en espera de juicio), pensé que el virus de la intolerancia se había apoderado de él, el virus que corroe las relaciones humanas, y que es como una perversa maledicencia que provoca conflictos en la convivencia política.

MARTES

Pero, miren por dónde, ahora resulta que todo aquello puede que sea achacable a un problema médico del sr. Iñaki. Y es que así lo manifestó en el último pleno municipal ante la fiscalización de gasto (viaje-crucero Reina de la Sal) que la oposición no veía nada claro. El ex-asesor intervino en el apartado de ruegos y preguntas para decir que tenía un problema de «RONQUIDOS». O sea, que el buen señor tiene lo que se denomina como el síndrome de apnea de sueño, un trastorno que acarrea graves problemas de salud, y que presenta síntomas como dolor de cabeza matutino, irritabilidad, sueño agitado con frecuentes sobresaltos, pérdida de deseo sexual, enuresis y problemas de atención y de memoria, entre otros. Pues nada, al médico, a medicarse, si fuera necesario, a recuperar la salud y la capacidad de tolerancia y respeto hacia la conducta y opiniones de otros seres humanos.

MIÉRCOLES

Bernardo Soares, personaje principal, de Frenando Pessoa, en su Libro del Desasosiego, consideraba a la vida como una posada en la tenía que quedarse uno hasta que llegue la diligencia del abismo. No sé a dónde me llevará, porque no sé nada.
Cumplimos con la tradición cultural, social y para algunos hasta religiosa, de acercarnos, el Día de Todos los Santos hasta el cementerio municipal y tener un recuerdo, un pensamiento y hasta alguna lágrima en memoria de todos los nuestros.
Un cementerio que encontramos en perfecto estado de revista y policía, y es que se nota la mano y el buen hacer del concejal de Cementerios, ya que, en este caso, no ha tenido que asumir  ninguna herencia o actuación que no fuese suya y, por tanto, tener que inmolarse, cual mártir, en plaza pública, por cosicas ajenas.

JUEVES

Como lobos y lobas arremetieron los artistas aristócratas y paniaguadaos de los grupos locales de la subvención municipal (que, según el sr. director del grupo de teatro Colesterol, llega, tarde, mal y en algunos casos nunca), por sus artículos de opinión y por cuestionar todo el entramado oficial de un teatro oficial y aburrido.
Uno podrá estar más o menos de acuerdo con las formas, a uno le podrán gustar más o menos las propuestas escénicas y textos del grupo Colesterol, pero que sean los propios compañeros, las gentes del teatro, los que lleven la voz cantante y el discurso oficial de demonizar y desprestigiar a la única persona que ha aportado imaginación, creatividad, valentía y que ha dejado un soplo de aire nuevo en la tediosa y repetitiva escena local, me parece como menos una indignidad. Y que conste que no tengo el gusto de conocer al sr. Bueno.

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