Llegó el año 2012, pasaron las fiestas y ya va a comenzar el Carnaval. Así de rápido, como la propia vida, va pasando todo. Qué pena que no nos dé tiempo de casi nada, entre crisis, penas y corrupciones. Esto último tan de moda, desgraciadamente, que hasta ha tocado a la Familia Real y no digamos nuestra querida Comunidad Valenciana, tan rica, tan bella y tan manchada por la corrupción. La más endeudada de España. Es vergonzoso ver a un ex-presidente sentado en el banquillo de los acusados, haciendo caras a los testigos, mientras el juez le reprende una y otra vez a diario. Casi tan triste como escuchar a jóvenes que empiezan a vivir apenas, estudiantes, asegurar convencidos que hay que arrastrarse a lamer… (lo que sea) si se trata de ganar más ¡Qué valores y qué principios estamos enseñando a nuestra juventud! Cuando se es joven es cuando hay que tener la ilusión a flor de piel y las ganas de lograr un mundo mejor. Si ya partimos de la base de que piensan que el dinero lo justifica todo, ¿a dónde vamos a parar? Pero, con el panorama que se les está ofreciendo, no son de extrañar estos gestos.
Un mundo en el que se justifica a los que se benefician de su posición para hacer negocios turbios, donde no se les hace devolver nada, ni se les castiga de manera ejemplar. Un pueblo que no se altera ante las constantes injusticias, que traga con todo, con tal de que le den unas migajas, incluso a vitorear a los presuntos corruptos y ofrecerles títulos y medallas, ¿qué puede esperar? Pues eso: jóvenes acomodados al «dame pan y dime tonto». Y luego decimos que hay crisis, ahí está la peor crisis. Unos se lo llevan -y no lo devuelven- y los demás tan conformes, si pillan un poco de cacho, ¡Qué pena! ¿A dónde vamos a parar? Porque lo peor es cuando se castiga a quien lo dice y no a quien lo hace.
Sin duda una sociedad postrada, arruinada con una juventud sin futuro tiene que preguntarse…¿como hemos llegado a esto..? y como salir del estado de corrupción y de quiebra no solo es económica que nos atenaza…sin duda, hay personas responsables, pero no solo las personas son culpables, un Régimen carente de representatividad real y bajo un gobierno sin separación de poderes en origen para vigilarse entre ellos y fiscalizar las corruptelas tiene como consecuencia el afloramiento de la inmoralidad, el abuso, la manipulación y el fraude. Salú2.