No abandones tus libros en el olvido para que no acumulen polvo

George Noel Gordon (Lord Byron, 1788-1824)

No resulta fácil precisar la importancia que tiene la lectura en nuestro desarrollo mental, pues los libros actúan diferentemente sobre cada ser humano integrándose en su personalidad, por lo que sus variantes resultarán casi ilimitadas.
El atractivo de releer los libros favoritos sirve para relacionarnos con el pasado y los que menos gustan se suelen guardar en los anaqueles más altos para que no estorben. Yo, en mi caso, antes de leer algo nuevo, me suelo fiar inicialmente del aspecto de sus cubiertas, como hago con la cara de las personas, pues su título me servirá para contarme el contenido; luego me fijo en dejarlos en sitios cercanos por si los voy a necesitar como fuerzas para superarme a mí mismo. Cuando estudiaba en Cambridge solía cobijarme del mal tiempo bajo los aleros «Elizabethan» de los edificios antes de penetrar en el interior de la Biblioteca de Universidad. Me sorprendía siempre lo pulido de su mobiliario y la nobleza con que se combinaban los volúmenes según el interés de los lectores. En un principio me acercaba a la escultura de Lord Byron para palpar la suavidad del pulido del mármol del Egeo; luego me interesé por su historia, pues se habían negado hasta 1969 a colocar su placa mortuoria en el «poet’s corner» de Westminster Abbey donde descansan los vates británicos, como si el ritmo de su palabra poética debiera amoldarse a la moral puritana.
George Gordon Sexto, conocido como Lord Byron, es célebre por su vida licenciosa y por involucrarse en las revoluciones de Italia y Grecia. Nació en London y murió de malaria en la ciudad griega de Missolonghi. Había heredado de sus primogenitores el poder combinar en sus innumerables obras la nobleza de la sangre con la rebeldía de la acción y uno se pierde en lo vasto de los escenarios de sus batallas amorosas. En 1805 ingresó en la Universidad de Cambridge, pero no duró mucho, pues prefería enfrentarse con la vida reflejándola más que describiéndola e integrándola en poemas de rebeldía romántica que alguien calificó «without a cause». En el «lodging» universitario donde se hospedaba, por ejemplo, guardó un osezno porque estaban prohibidos allí los perros, de quienes mantenía el joven escritor que «tienen todas las virtudes humanas pero ninguno de sus defectos». Combinaba el poder revolucionario con la espada de la lectura, escandalizando a una sociedad decimonónica anodina que no perdonó sus extravagancias y escribió muchos versos con la mano derecha mientras mantenía ocupada su izquierda sujetando los gatillos de los mosquetes de aquel entonces.
Según Lord Byron, los libros se comportan como individuos, pues cada cual tiene sus manías, y para el analista Lyn Yutang, son el mejor medio de poder concentrarse, pues, a veces, con sólo comprobar que están junto a ti, te devolverán el mismo tratamiento que les hubieras prestado. Pero, si eres escritor, serán para ti tus mejores colegas cuando escribas crónicas o analices hechos, aunque prefieren a los escritores o poetas cuando no estén satisfechos de sí mismos, apoyándoles desde dentro cuando traten de escribir una historia o un poema. Sólo entonces serán verdaderamente amigos si les has liberado del polvo de la dejadez.

HECHOS Y DICHOS
Leer es pensar con el cerebro ajeno en lugar de hacerlo con el propio. Arthur Schopenhauer

PROVERBIO ÁRABE
Tener un libro es como llevar un jardín en el regazo.

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