Lunes
Dice un estribillo de una famosa canción cubana: «Cuidado con el perro, que muerde «callao»». Y es que en esto de la política hay mucho pero que mucho perro «callao». Igual que aduladores y arribistas. Y claro, los políticos de poca talla (recuerdan al de aquel chiste de un concejal que llegó a la capital de Reino de España y al ser multado por el Policía Local le espetó aquello de: «usted no sabe quien soy yo; soy concejal de Zaragoza») necesitan rápidamente de toda esta corte de paniaguados para que les digan lo maravillosos que son y lo mucho que valen.
Martes
Peloteros profesionales, que son como el hongo «penicillium», que suele adherirse con fervor de amante al jamón york que lleva varios días en la nevera, a la cáscara de las naranjas, al vacío de las latas de foie gras y a las rebanadas del pan de molde. Yo de ést@s me conozco a unos cuantos que muerden, para mantener sus privilegios, «callaos».
Miércoles
Hay afinidades en política que no están precedidas precisamente por la capacidad de una de las partes por no disponer de la posibilidad de elección.
Hay afinidades en política en las que sólo cuentan en su elección la ambición personal.
Hay elecciones de afinidad en política que a la larga pueden convertirse en una pesadilla, en un lastre que puede marcar el futuro de un político y que nunca tendrá ocasión ni posibilidad de borrar de su pasado.
Hay afinidades políticas que nacen de la libertad de ambas partes y el cordón umbilical jamás se cortará. Se convierte en una relación de afinidad resistente, duradera, indisoluble. En nuestra política local tenemos la sensación de que alguien sigue viviendo junto a alguien en esa afinidad política (…y esperemos para ver cómo funciona y adónde nos conduce eso). Espero para ver cuánta hipoteca política y peaje personal tendrá que pagar alguien por esa afinidad, ya que me temo que una de las partes considera que los hechos del pasado tienen la autoridad necesaria para ello. Al tiempo.
Jueves
No voy a entrar ni a juzgar los hechos acontecidos en el último Pleno Municipal ni todo el entramado surrealista de lo que allí sucedió. Sólo se me ocurre calificarlo como sorprendente y decir al respecto que flaco favor le hace a la ciudad de Torrevieja el ver a sus representantes políticos montando estos pollos. Con respecto a lo acontecido y al fondo de la cuestión, me quedó bastante claro tras leer el artículo aparecido hace unos días en un periódico de tirada provincial y escrito por la sra. concejala Dña. Fanny Serrano (PSOE). El Pleno Municipal es un espacio para la dialéctica, para dar cuentas y para que los ciudadanos nos enteremos y dispongamos de toda la información de nuestro municipio. Un espacio para la transparencia, un espacio para la democracia y para la participación. Esperemos que todo se pueda reconducir con sensatez y sentido común. Si no, como decía Domingo Soler (APTCe), a voz en grito, cuando vio cómo el sr. Albaladejo abandonaba el salón de plenos de la casa consistorial: «Pobre Torrevieja, qué pena de Torrevieja».
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