Generalmente, el viernes es un día en que uno se levanta con una alegría especial en el cuerpo, suele ser el último día laborable para muchos, y dispondremos de más horas para compartir con familia, amigos, aficiones, etc. Pero este viernes, esa alegría se me ha agriado, cuando a las 6:00 h., pongo la radio y la primera noticia que oigo es que ayer un numeroso grupo de «defensores de los derechos de los trabajadores» (según ellos, claro) estuvo increpando, insultando y acosando a una juez.
Qué triste escena la que posteriormente visualicé en la TV. Qué triste es ver a un grupo de «individuos» que, movidos por intereses partidistas y particulares, quieren ejercer un poder fáctico sobre una persona que representa a la justicia, es decir, que su tan traída y llevada defensa de los «derechos» sólo se tiene que aplicar a «sus derechos». El derecho que tenemos el resto de españoles en conocer la verdad sobre unos hechos «supuestamente delictivos», como los EREs y las «facturas con cambios de conceptos», no les sirve de nada, porque los cabecillas principales de su organización ya han dado su explicación, y lógicamente todo se debe olvidar. Lo más curioso es la explicación: «…el cambio de conceptos en las facturas es algo habitual en España y en todo el mundo…». Efectivamente, es algo habitual cuando lo que se pretende es «despistar» el destino de ese dinero, porque cuando los sindicateros sospechan que eso lo ha hecho un empresario, estamos ante un caso claro de corrupción que atenta contra los derechos de los ciudadanos, y por ende de los trabajadores, pero si lo hacen ellos se trata de una «caza de brujas que quiere desprestigiar a los sindicatos» (para eso se está viendo que se pintan ellos solitos muy bien). Esta juez está intentando clarificar una serie de «presuntos hechos delictivos», que para eso se establecen las diligencias previas, con sus comparecencias y declaraciones. Con ello no se está criminalizando a nadie, se está en el camino de encontrar la verdad. Pero como dijo un profeta: «realidades sólo hay una, verdades cada uno tiene la suya». Y hasta la fecha, según han dicho desde los poderes públicos de Andalucía, hay una realidad, que un sindicato (no vamos a dar nombres) ha tenido que devolver 25.000 euros de una subvención porque el gasto que pretendían justificar no es subvencionable, y por ahí anda otra factura de 13.000 euros gastada en «barra libre» en la Feria de Abril de Sevilla, cuyo concepto tampoco es subvencionable. Quizás no les dio tiempo a «ajustar el concepto del gasto».
Qué triste ver cómo con el dinero de TODOS, estemos o no afiliados a un sindicato, éstos siguen engordando sus bolsillos y sus barrigas. Si tuvieran un mínimo de decencia y seguridad de que sus «afiliados» los quieren, renunciarían a las subvenciones estatales, aunque estén escritas en las leyes, y vivirían de las cuotas de quienes realmente creen en ellos y no a costa de TODOS. Aunque esto mismo lo podemos aplicar a los partidos políticos y a las organizaciones empresariales. El dinero que perciben debería destinarse a Educación, Desarrollo, Investigación e Innovación, que ésos son los puntales del futuro de un país y no a engordar organizaciones que no representan a la mayoría de la población y no aportan nada al futuro, ¡qué triste!
Txema Álvarez Bolaños
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