Estoy a punto de perder el tren de esta quincena por ser, esencialmente, un vago, tal y como tengo dicho desde hace algún tiempo. La pereza no es buena consejera y yo me tomo estos artículos con una tranquilidad que pasma, siempre con el convencimiento de que mi jefa me da cuartelillo. Hasta que pase lo peor y me sustituya por otro joven articulista más rápido, atento y ligero de cascos que yo. He principiado con estas palabras para dejar para el final lo de siempre: que si la corrupción por aquí y por allá, que si el juez Elpido José Silva, que si su primo Blesa el de las preferentes y el banco de Miami, que si Juan Cotino y su supuesto lío con Gurtel, Emarsa, el Poquémon de Galicia, los Eres de Andalucía y ahora en el País Vasco, el trágico accidente del Metro de Valencia y el desplante a Jordi Évole, vamos a todo un Jordi Évole y a sus muchos de seguidores, como yo mismo, que si la nueva movida del presidente extremeño, Monago, calificado como «el barón rojo del PP», ya ves tú, oye, que ni más ni menos que quiere devolver la extra que quitó Rajoy a sus funcionarios (y a todos en general, ¿vale?), con un par de cojones legales, que si continúa la lucha en las barricadas de los trabajadores del lamentablemente desparecido Canal 9, y que por simpatía y empatía están cogiendo el timón los de la TV3 catalana, que si a Pedrojeta se lo ha ventilado sin rechistar ni armar el más mínimo ruido la vicepresidenta Soraya por supuestamente aquella fotografía que lanzó el diario en portada de la «Jefa» del PP de muy buen ver rompiendo lo pactado, es decir, portada que iba para el semanal… En fin, se lo han quitado de en medio con un finiquito en directo y muy en directo de cerca de 20 millones de euros, que se dice pronto, ¿no?
En fin, a lo que iba de los artistas. El otro día estuve con mi amigo Raúl, un teatrero donde los haya, un buen hombre, con sus virtudes y defectos, como humano que es para hablar de unos líos pequeños que llevamos entre manos. Como siempre, muy solícito, amable, acogedor, y un pelín negativo, accedió a la diminuta y modesta aventura de «Ediciones Claramunt» para el próximo octubre, si Dios quiere y la economía lo permite, vamos la crisis en sí. Me dijo que ya no iba a escribir más, porque todo estaba dicho, pero que sí estaba con un proyecto, metido de coz y hoz, que serviría para ser solidarios con los artistas, en su caso con los aficionados al Teatro. Muy buena idea, que nos puede costar a los que apoyemos cinco pavos del bolsillo, es decir, como unos cuantos cafés de menos. Pero todo sea por los artistas, y especialmente por Raúl y sus seguidores, que me consta que son muchos.
Después estuve con otro amigo hablando del periodismo y de quién había asesinado tal profesión, o sea, la crisis de la prensa. Llegó a la conclusión inequívoca de que por estos pagos de crisis nada, que para eso está la delegación de Información, la Onda Cero sin su bruja de las Ondas, el Periódico de papel de Torreguía (justo donde yo escribo estas tonterías vagunas), la famosa y afamada TVT, Hoy, La Verdad, el Semanario Vista Alegre, y no sé si se le olvidó algún que otro medio de comunicación, pero puso el dedo en la llaga central y era preguntando cómo se financiaban todos estos medios. No contesté porque desconozco estos profundos temas, pero ahí quedó la pregunta para sus posibles y múltiples respuestas. Y es que, en el fondo, lo que ocurre en mi ciudad es, a su manera, una historia universal.
OTRO DISLATE
Y es para cabrearse de verdad. Gamonal no es un barrio de tontos. El Hospital Universitario de Burgos, privatizado, iba a costar inicialmente unos trescientos millones de euros, y chano, chano, chano, con los sobrecostes está ya en los casi seiscientos, y al final del tiempo, en unos treinta años, habrá costado la friolera de unos dos mil millones de euroncios, que tendrán que ser pagados por todos los contribuyentes de Burgos y de la Comunidad de Castilla León. Es que es para indignarse, cabrearse y todo lo demás. En fin, con este pensamiento os dejo.
Dejar una contestacion