Con esta crónica continuamos con la serie «La política a través de los tiempos», atreviéndonos a sugerir que un elemento tan frágil como el papel haya servido de estabilizador durante toda la historia humana en los tres continentes, porque incluimos aquí el tema de que «Amarika», la Tierra de serpientes, tuvo su propia evolución mucho antes de las invasiones europeas.
Al papiro lo definen como «planta ciperácea, cujo caule formado de películas sobrepuestas que servía outrora, apos certa preparaçâo, para nele se escrevere». Nosotros preparábamos en la escuela de Londres el papel litográfico de mayor grosor para fijar las imágenes utilizando fibra de pulpa de madera y la de arroz para los «brassrubbings» o calcados litográficos. Sus variedades son infinitas y determinan las diversas culturas como la del papiro egipcio, la de los facsímiles de códices e incunables medievales o el papel de las impresiones modernas. El libro es una de sus formas más nobles y ya desde antiguo las bibliotecas sirvieron como cortapisa a los abusos del poder, aunque ahora aparezcan como muros de papel mojado ante los flujos de tanta corrupción moderna, pero «los libros», diría Leonardo de Argensola «han ganado más batallas que las armas», si bien viene a cuento el aviso de Mark Twain de no leer demasiados panfletos sobre el cuidado de la salud, pues «una pequeña errata podría causarnos la muerte».
El papel de la papiroflexia en la política es incuestionable, si bien ahora la esté suplantando la información electrónica. En mi caso, me gusta más refugiarme en la escritura, según aquel dicho de Nicolás Boileau: «Quien no sepa concentrarse, nunca aprenderá a escribir», ya que la página o la pantalla en blanco le obnubilará.
FRASES Y DICHOS
El destino es un papel en blanco donde cada uno escribe su propia historia. Frase de colección.com
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«Paper Towns» (Ciudades de Papel, México 2014) de John Green
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