Dormir y despertar

El saber es como un sueño.
William Shakespeare

Mucho habrá que investigar sobre los sueños, sobre todo pensando que gran parte de la vida la pasamos durmiendo y soñando, sin conseguir apenas aprender de ello. Yo, al menos, de niño dormía cuando soñaba, pero ahora no estoy tan seguro de enterarme de si realmente duermo o si deliro, y Maurice Maeterlinck mencionaría que para él su última pesadilla, la de comprender el proceso, le costó mucho iniciarla: «el camino es muy largo, apenas realizable».
Hay un dicho de los dormilones que corre: «No por mucho madrugar amanece más temprano», pero lo más difícil no será cuestión de tiempo, sino de separar las emociones dentro de un contexto personal donde estarán soterradas en el subconsciente y suben a la conciencia durante el proceso onírico. Todo esto, según Sigmund Freud (1866-1939), pero Carl Gustav Jung (1875-1961) prefirió verlo como una revelación que nos permitirá interpretarnos a nosotros mismos como personas. Y es aquí donde se insertan las formas de ver la relación entre el proceso creativo y el despertar de la conciencia, cuando se cae en la cuenta de que se ha permanecido algún tiempo a otros niveles difícilmente analizables.
Ya Heráclito pensaba que nos consumimos como en el fuego dentro del mundo de lo onírico, pues «los despiertos no tienen más que lo exterior de lo real, pero los dormidos desde su mundo nos ayudan a que algo salga a la luz». Nuestro Calderón de la Barca (1600-1681) minimizaba el proceso como forma de existencia, «pues la vida es un sueño y los sueños, sueños son», pero William Shakespeare (1564-1616), antes de que el psicoanálisis los denigrara, vio que «somos del material del que se tejen los sueños», y vio el sonambulismo de Macbeth y de Enrique IV, y el «Sueño de una noche de verano» como un proceso que nos llevaría a un despertar, revelándonos como parte del proceso mismo de este caer en la cuenta de que lo entendemos, aunque manteniendo, no obstante, su secretismo. Este sistema se puede aplicar a todas las actividades creativas, que no escaparían al ámbito de la mente, y por tanto serían parte del reconocimiento de que tales actividades fenomenológicas nos pueden servir para aceptar, diría yo con Amado Nervo, que «hemos vivido precisamente porque hemos soñado». Y no es poco el hacerse cargo de que gracias a los sueños tiene cada persona su propio mundo.

HECHOS Y DICHOS
El teatro está hecho de la materia con que se hacen los sueños. William Shakespeare

PROVERBIO
No es lo mismo soñar un peligro que verlo venir.

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