Vemos cómo las obras del centro continúan, después de cuatro meses, sin que parezcan avanzar demasiado. No se sabe bien por qué, pero lo cierto es que se mueven poco; con todas las incomodidades que supone para los viandantes, que tienen que recorrer multitud de pasarelas para llegar a la calle de enfrente, por no hablar de los atascos cuando se encuentran algún carrito de bebé y una silla de ruedas, o del laberinto que hay que seguir para no llegar a la parte contraria de donde se desea ir.
Cada cual expone su versión y sus culpables, como sucede cuando no hay información suficiente, aunque oficialmente ya se apuntan responsabilidades en la presentación de los papeles. Al felicitar a quien ha realizado bien el recurso a un fallo, en realidad, ¿no se le está señalando cómo culpable del hecho que recurre ante la opinión pública? Tal vez para exculpar a otros. Lo cierto es que con tanto caso Gürtel y demás… los ciudadanos se están acostumbrando a leer entre líneas -como antes- y entienden más los gestos que las palabras, que a veces tapan más de lo que cuentan.
Mientras tanto, el malestar de los comerciantes que aún sobreviven sobrepasa todos los límites, ya que esto parece no tener fin, pero sufren en silencio, para no incomodar mucho.
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