En nuestro mundo, existen poderes desconocidos amparados en la oscuridad y en las tinieblas en manos de algunos hombres acogidos en asociaciones secretas que afectan al desarrollo de nuestra normal civilización. Su cometido esencial, es ése precisamente: cambiar el ritmo normal y natural de este desarrollo, constituyéndose en pequeños dioses que actúan a favor de aquello que va en contra de toda ética moral natural y religiosa. Estas asociaciones no son nuevas, datan del tiempo de las cruzadas y nacieron cuando éstas actuaban en el norte de África, extendiéndose hasta nuestros días.
En nuestro país, tenemos una muestra palpable de este cambio de ritmo natural de nuestra civilización: la prepotencia actual, unida a la falta de inteligencia, que nos recuerda los tiempos de la dictadura, cuando se gobernaba a través de decretos-ley, como actualmente ocurre, nos lleva a situaciones en las que el desarrollo de nuestra civilización se ve alterado por la falta de ética moral, egoísmos personales y partidistas que no tienen para nada en cuenta lo que opina una gran mayoría sensata de las personas de nuestra nación y las verdaderas necesidades de las mismas.
Nuestro actual Gobierno, concretamente su presidente, parece ser que tiene otros objetivos distintos a los de servir a su pueblo y buscar el bien común y la dignidad de las personas. Nos habla de solidaridad pero se olvida de algo muy importante que se llama «Justicia». Él llama solidaridad a que las familias vivan con 420 euros al mes teniendo que pagar casa, luz, agua, transporte, alimentos, vestidos, zapatos, hipoteca e impuestos y se queda tan tranquilo. ¿Dónde están aquí la justicia y la dignidad de las personas cuando unos tienen tanto y otros tan poco? ¿No sería mucho más justo generar y crear riqueza con trabajo y que todos participásemos de ella? La solidaridad que no nos lleva a crear justicia no es tal, es sólo paternalismo político.
Hoy, en nuestra sociedad, nos encontramos con los mal llamados matrimonios entre personas del mismo sexo, algo tan antinatural que ha roto el ritmo de nuestra civilización. Ahora se pretende autorizar a las menores de edad, apelando a los derechos del joven, a que decidan, sin consentimiento de sus padres, el hecho de quitarle la vida a un posible ser humano que se genere por medio de un embarazo no deseado, lo que rompe también el derecho de los padres de educar y velar por sus hijos hasta la mayoría de edad, lo que va en contra de los derechos fundamentales y naturales de la familia.
Parece ser que con estas medidas, a la que podemos unir la amplitud de los derechos de la mujer a abortar (matar a un ser humano) indiscriminadamente, nos lleva a una situación que nos proporcionará un aumento de la lujuria y la corrupción entre nuestros jóvenes, lo que va en sentido contrario de la tendencia que actualmente va creciendo de dar más autoridad a los educadores, donde los principales responsables son los padres.
¿Dónde está el sentido común y la humildad?
Carlos García
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