La paja en ojo ajeno

Once de octubre de 2008. Se celebra el III Festival de Flamenco en el Teatro de Torrevieja, organizado por la Casa de Andalucía de Torrevieja, con por desgracia poca asistencia. Al principio se iba a celebrar a beneficio de la propia Casa, pero al parecer debieron surgir problemas, ya que se le pidió a la Asociación de la Virgen del Rocío que colaborara en el pago a los actuantes, a cambio de que la recaudación se destinara a la ermita que está construyendo en el Parque de Europa; al mismo tiempo ha trascendido que sería un homenaje al Piripi. En fin, todo un popurrí.
De todas maneras, quizás esto no sea lo más significativo, sino los discursos que se lanzaron, por las formas, el contenido, y lo inadecuado del momento. En cuanto a las formas, porque se advertía en ellas animadversión, sarcasmo, ironía y ciertos aires de rencor. Por lo menos, es lo que al parecer trataban de transmitir; eso sí, colgándose toda suerte de alabanzas a sus esfuerzos, sacrificios y demás.
Se habló de fantasmas. ¿Dónde están los fantasmas? ¿A qué se refieren? Se escenificó el más absoluto desprecio hacia las personas que en un futuro pudieran llevar los asuntos de la asociación, mencionando: «¿Que será de la asociación?», dando a entender con esto que el resto de personas son poco más que ineptos e incapaces. Pues bien, de la asistencia al festival se puede sacar la conclusión de que su gestión ha sido y es muy discutible, y consecuencia de todas las manipulaciones que se han llevado a cabo.
En cuanto al contenido, fue muy cáustico y malintencionado. Por ejemplo, en los agradecimientos (que suelen ser protocolarios), se advirtió una sorna fuera de lugar, y si de verdad se iba dejando 400 amigos, como dijo (léase socios), dónde estaban para avalar sus palabras? El agradecimiento se hizo extensivo entre otros, a un tesorero «Judas». No hay que ser muy inteligente para saber a quién se refería, aunque no viene al caso mencionarlo, pero da la casualidad de que dicho tesorero en realidad y legalmente no ejercía como tal, ya que nunca ha tenido participación, ni control en las cuentas, ni ha sido autorizado en ninguna cuenta bancaria de la asociación. Sí es verdad que cometió el error de prestarse a presentar las cuentas del ejercicio anterior, a pesar de que ni siquiera le dieron la oportunidad de elaborarlas.
¿A santo de qué se le llamó traidor?
Se habló de la personalidad del presidente, en el sentido de que era una persona a veces despistada; que, bueno, que perdía facturas, y que era un olvidadizo; bueno, y hay que preguntarse qué se quiso decir con esto. Habrá que dejarlo en el aire, aunque un presidente no puede permitirse el lujo de esas veleidades, sino que ha de ser totalmente transparente.
Con todo esto, los socios nos encontramos con una sede de deudas de alquiler importantes y con la luz cortada por falta de pago, y el socio se pregunta: ¿Dónde está el dinero de las cuotas de esos 400 amigos (socios) de los que tanto se presume, y por qué al menos no se ha saldado el pago de la luz?
En fin, se podrían mencionar otras cosas, pero ahora quizás no sea el momento. El análisis que se podría sacar es: mucho socarroneo en las palabras, desprecio a los socios, pero, eso sí, cargando las tintas en los demás.
En una palabra, ven la paja en ojo ajeno y no ven la viga en el suyo.

Un colectivo de socios de la Casa de Andalucía

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