Mente y reflexión, razonando niveles

Blaise Pascal (1623-1662)

La queja más común que se oye sobre la vida moderna es que apenas nos permite reflexionar sobre los temas importantes de la vida, quizás porque no nos queda tiempo, dicen muchos, aunque la falta de concentración en lo que se hace suele implicar más bien que ha variado la apreciación de los principios morales, pues apenas cuentan ya, en relación con los problemas de la economía global, que es lo que verosímilmente ha causado la presente crisis que estamos ahora contemplando y sufriendo.
Siempre se ha valorado la profilaxis terapéutica de la reflexión cuando se sufre algo que Paracelso confirmaría como si la gran medicina fueran los principios naturales que todos llevamos dentro y que los descubrimos a través de la mente. Henri Bergson lo aclaraba diciendo que «es en el mundo de lo que hacemos donde se forja la inteligencia», un sentimiento que está basado en el sentido común, pues lo confirma una infinidad de proverbios que me han salido en Google mirando el vocablo «pensamiento»; se me quedó uno de origen africano que, reducido a términos de sentido más común, diría: «Si estás fantaseando, sé consciente por si hubieras dejado ardiendo la leña en el fogón», y comentaba: «Cuando mires a las estrellas, no te olvides de que estás haciendo algo y tiene infinidad de versiones a lo largo y ancho de las tradiciones de todo el planeta. A quien guste perderse en el mundo de la informática, le sugeriría que entrara en temas relacionados con la conciencia de que se está pensando.
Nadie ha criticado más sutilmente el abuso de utilizar indiscriminadamente la inteligencia como razón última y absoluta que Pascal, cuyos «Pensées» o pensamientos han alimentado toda una generación de críticos a las razones del pensar, aunque, según él, habría que evitar los dos extremos: «Excluir la razón o no admitir más que a ella». Matemático y físico, es sobre todo conocido por la originalidad de sus escritos. Mantenía que con demasiada frecuencia comentemos errores o inexactitudes según aquel dicho: «el que tiene boca se equivoca», sobre el que Jacinto Banavente comentaría: «¡Qué triste sería la vida si sólo la razón gobernara lo que hacemos!», por lo que la mayor gimnasia mental consistiría en poder mantener dos ideas opuestas al mismo tiempo.
Sí es verdad que la vida actual no ayuda a concentrarse, pues actuamos muchas veces en sentido contrario al «clockwise», o dirección en que se mueven las agujas del reloj de la conciencia. Habría que enunciar en voz alta con Bossuet que «la reflexión es el reloj del alma» o lo que vemos a su través, pues ambos rulan conjuntamente al tener que mantenerse en continuo movimiento.

HECHOS Y DICHOS
Quien piensa poco se equivoca mucho.  Leonardo da Vinci

AFORISMO FILOSÓFICO
La reflexión es como un espejo que sólo nos deja ver lo que somos.

1 comentario

  1. ¡¡¡eres un fenómeno y te admiro,aparte e formar página contigo!!! es un honor muy grande para mi.un saludo

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