La ceremonia de la toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue algo sencillo y emocionante. Es un hecho que marca un hito en la historia. ¿Quién le iba a decir a aquellos muchachos y mujeres que eran arrancados de su hogar, o secuestrados cuando cuidaban el rebaño de cabras del poblado, llevados, entre latigazos, violaciones y asesinatos, en un compacto hacinamiento, en las bodegas de los barcos negreros, hasta Carolina o Virginia, para ser esclavos del «hombre blanco», que, un día, una persona por la que corre un poco de la sangre de ellos, sería el presidente de la nación más poderosa del planeta? ¡Ahí se ve la misericordia de Dios, y que, bajo su protección, todo se puede lograr! Desde primeras horas de la tarde, aquí, en España, y allá bien temprano, se pudo ver en la tele todo el ceremonial; el gentío tan enorme que, segun unos, era de 2 millones, 3 ó 5 (como pasa siempre en las encuestas, que cada uno cuenta como le parece). La maestra de ceremonias, sra. Feinstein, senadora demócrata, fue presentando, primero a Rick Warren, pastor evangélico; la viuda del soul, Aretha Franklin; el juramento del vicepresidente; la música de Jonh Williams; y el moderado discurso del sr. Obama, a las 18:05 h., que fue magnífico. Siguieron los 21 cañonazos o salvas de ordenanza. ¡Quiera Dios que todo lo que prometió se cumpla, y, si América prospera, el resto de las naciones prosperarán con ella, ya que ese país es el espejo donde se miran los demas, tanto Oriente como Occidente! También son buenas las extremas medidas de seguridad que rodean a Obama, pero, ante una mente exaltada, toda precaución es poca; por tanto, habrá que rogar para que se libre de esos fanáticos, para que, bajo su mandato, las demas naciones del mundo podamos salir de la crisis, entre ellas España. ¡La ceremonia se coronó con el Himno de América!
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