Esto no tiene nombre nº402

Los pensamientos y las palabras no son la realidad, sólo la representan, la simbolizan; pero en no pocas ocasiones la disfrazan. Los medios de comunicación lo saben bien. Si, muy correctamente, decía mi querido amigo Domingo: «la memoria es selectiva», yo creo que el entendimiento no debe serlo. Y CONVIENE DISTINGUIR entre medios de comunicación privados y púlbicos. Sin ir más lejos, les pondré un ejemplo: Canal 9 es el perfecto ejemplo de lo que NO DEBE SER una TV pública y no se puede consentir que, con los recursos que tod@s aportamos, los listos de siempre aprovechen su cargo y coyuntura para andar por el puto campo santo a su libre albedrío, y este medio (Canal 9), deficiente de todo orden, se ve reducido a una exhibición que insulta la inteligencia del espectador (del que la tiene, ¡claro!), al convertirse en un panfleto más de los muchos que utiliza el PP… porque claro, ellos saben la trascendencia de la propaganda que los movimientos y regímenes totalitarios incorporaron «de facto» y de urgencia a sus fechorías para gestionar el poder.
Desde que la información se consolidó como elemento definitorio del organigrama social y se responsabilizó del entusiasmo colectivo, se han desarrollado técnicas y modos de hacer modelos informativos, cada vez más complejos y eficaces. A medida que ha ido avanzando el siglo XX, se han ido sucediendo, pues, fórmulas y técnicas de comunicación, de persuasión y de propaganda con incidencia directa sobre los acontecimientos, las sociedades y las personas.
Aunque a algunos no les entre en la «encefálica gris», hoy existe público que sólo necesita que le suministren información directa, limpia, profesional («aséptica», como me gusta llamarla a mí), y luego ellos ya son perfectamente válidos y están sobradamente preparados para analizarla y extraer sus propias conclusiones, o sea, no necesitan ser «tele-aborregados». Mención aparte hacia los espacios de opinión, que siempre resultan interesantes porque se prestan al conocimiento del otro y al establecimiento de un ejercicio comparativo en base a explícitas expresiones de pensamiento y, por ende, resultan de una mayor complicidad del receptor y eso lo convierte en un acto de comunicación legítimo. Por todo esto, mi humilde recomendación es que guardemos algo positivo en el baúl de nuestra futura memoria selectiva y conservemos este medio «a capa y espada» (El Periódico de Torrevieja… «la niña de mis ojos»), porque con la que nos está cayendo no es poco.
Por favor, no retrasen más el porvenir y entiendan que los dirigentes no son los dueños del cortijo, y que los VERDADEROS AMOS SOMOS T@S LOS CIUDADAN@S.