Decía el flamante finalista del Premio de Novela, a propósito del Rey Sol, que, a fuerza de oír las adulaciones, imaginaba que él podía hacer arder los campos de trigo con su mirada. Eso nos da la idea de lo fácil que resulta para muchos acercarse al poder y, a través de la adulación, conseguir medrar. Sólo se trata de olvidar palabras como justicia, decencia o dignidad; de no pensar más que en los beneficios, seguir la corriente al que manda -sea quien fuere- y asegurarle siempre que es el mejor en todo: el más guapo, el más listo y el que no se equivoca nunca en nada. Lo más complicado será si cambia el poder de rumbo (claro, eso con Luis XIV no pasaba), habría que adaptarse a las nuevas circunstancias. Los verdaderos profesionales del agasajo fácil y provechoso estarán ahí, en el mismo sitio, diciendole lo mismo al nuevo jefe. Quizá alguno no quede muy bien parado, aunque también los hay que aguantan agazapados, chupando, eso sí, pero aguardando el momento para lanzarse al cuello. Conviene recordar que el crepúsculo de los dioses puede ser muy duro.
Lo realmente difícil es dar la cara, enmedio de ese clima, trazarse una línea de comportamiento y seguirla, luchando contra lo que se cree injusto, hasta perder incluso el medio de vida y sin obtener, quizás, el reconocimiento merecido. Vaya desde aquí nuestra más sincera solidaridad.
Dejar una contestacion