El personal derechoso-fascistoide gusta de argumentar en privado, que no en público, que entre los animales de la naturaleza sobreviven, efectivamente, los más fuertes a costa de los más débiles. Lo mismo ocurriría con los humanos; la manada debe ser liderada por los más «fuertes». Es la ley de la naturaleza. Consideran a los humanos simples animales. A partir de este razonamiento, ya se explican otras muchas cosas. No inquieren que a los humanos se nos suponen una escala de valores ético-morales que nos diferencian de los animales. Claro, si no posees esos valores ético-morales, tu comportamiento es el de un animal. No quiere decir esto que todos los votantes de derecha se comporten como animales. Togliatti distinguía dos grupos:
1-Los que dirigen el cotarro. Gente de la burguesía, empresarios… que son necesarios para la sociedad y que, cuando votan, lo hacen pensando en sus intereses. Cosa que parece inteligente y legítima, siempre que lo hagan democráticamente. Suele ser gente con iniciativa y por lo general preparada, con sonoras excepciones.
2-Y luego está el gran paquete de los «palurdos con corbata», según les denominaba Togliatti. Asalariados, gente adoctrinada en la religión y otras clases de trabajadores que apoyan a la derecha; votando, en general, contra sus intereses. Su antecedente histórico, salvando las distancias, podrían ser los ciudadanos que, a principios del siglo XIX, seguían defendiendo, sorprendentemente, para Fernando VII, los poderes absolutos de la monarquía. Se les denominaba «serviles».
Los que han conseguido «vivir durante siglos de puta madre, a costa de todos los demás», es decir, los más «fuertes», son los del primer y minoritario paquete. A costa también de los palurdos con corbata.
José Boj Quesada
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