El verdadero marqués

Los títulos nobiliarios se tambalean, a veces, por falta de herederos, y los bienes van a parar al Gobierno o instituciones benéficas. ¡Cuántas propiedades se han perdido así, en detrimento de los verdaderos herederos, ignorantes de sus derechos! La historia del marqués de Larios corría de boca en boca cuando yo era pequeña, en mi Málaga natal: unos decían que si el personaje estaba líado con su cocinera a escondidas de la marquesa, y otros, que el personaje era un picaflor y tenía varios ligues. Cuando Emilia fue despedida del servicio, a la gente le resultó sospechoso, puesto que ella era servicial y trabajadora. Ahí se desató la imaginación de los pueblerinos, que, entre rumores falsos o verdaderos, sabían el lío pero no se atrevían a abrir el pico, por si las moscas. Emilia estaba en estado y la marquesa, doña Pilar Pries, la echó con cajas destempladas ante la mirada impasible de don José Antonio Larios, que no supo defender a su hijo engendrado extramaritalmente, pero, en aquellos tiempos, si él hubiese reconocido al hijo, no dejaría éste de ser siempre un bastardo. Además, él no podía separarse de su esposa, ya que el matrimonio era católico, y con velaciones es indisoluble.
Ahora parece ser que ha aparecido el misterioso hijo del marqués de Larios, convertido en trompetista (ironías de la vida, el padre también tocaba ese instrumento). Pepe, que así se llama, al enterarse de que era hijo del famoso personaje y dueño de una inmensa fortuna, incluyendo las no menos renombradas bodegas Larios, quiere reclamar su legítima herencia y el título. Para ello, han desenterrado al marqués para practicarle las pruebas de ADN que certifiquen su parentesco. Yo te digo, Pepe, que sí, que eres ese hijo secreto, y que no eran fantasías los rumores de los lugareños: eres el V marqués con ese nombre.

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