«Tamquam tabula rasa» Los dos niveles en la educación según Aristóteles de Estagira.

El tema se me ha ocurrido esta mañana de julio al ver las preparaciones que se hacen en Iruña/Pamplona para que los toros no se salten las barreras de la calle Estafeta. Y es que confundimos la educación con el comportamiento, sobre todo el de los más inexpertos.
El médico inglés Ronald Gibson se hizo famoso de la mañana a la noche por una conferencia de cinco minutos que apareció en todos los medios de comunicación del Reino Unido. La tituló: «Conflictos Generacionales», que ya eran «news» en el mundo occidental, pero no para él, que confundiría el tema sempiterno de los que no saben cómo funciona el sistema educativo: «¿Quién dijo que la juventud de ahora resulta indomable?», se preguntó ante los asistentes al acto y su respuesta sorprendió a pequeños y mayores: «Pues nada más y nada menos que Sócrates, el maestro de la moderación, y Hesiodo, pero mucho antes se encuentra en la inscripción cuneiforme de una vasija de Bagdad de hace más de 4.000 años».
Pero vayamos a Aristóteles, que fue el primero en analizar los niveles del sistema educativo desde el punto de vista de la filosofía. Había nacido en Estagira, Macedonia, cerca del monte mítico Athos. Reflexionando sobre los años de su niñez, recordó el entrenamiento que le dieron sus padres, mencionando la «Cartilla de madera» que llevaba diariamente a la escuela (sxoleio). Tenía que rasparla cada poco para volverla a cubrir de cera, sobre la que escribiría las enseñanzas. «Tamquem tabula rasa», como una tabla limpia definió a la mente cuando nacemos, con la primera página totalmente en blanco, sobre la que vamos anotando lo que aprenderemos más tarde con la experiencia. Su contribución a la historia del pensamiento nos muestra la otra cara de la filosofía de Sócrates, a quien completó desde el nivel creacionista el otro coloso griego, Platón. El Maestro de los Maestros, sin embargo, permaneció incólume entre ambas aguas y su «sólo sé que no sé nada» será el motus primus de infinidad de interpretaciones durante los últimos 2.500 años.
La frase aristoteliana «tamquem tabula rasa» ha pasado a ser un aforismo, de los muchos griegos y latinos que perduran en nuestras lenguas occidentales tras la desaparición de las lenguas madres sustituidas por el griego y el latín. He topado con más de cincuenta en mi colección particular, que vienen «ad hoc» (a propósito), pues los utilizamos «ad libitum» (a nuestro gusto), «velis nolis» (quieras que no), y me encanta cuando me quedo «in albis» (en blanco) cuando descansa la mente al no tener nada que hacer.

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