El club de los perseguidores de sueños

Podría ser el título de una película, muy parecida al club de los poetas muertos, que, dicho de paso, esta peli trata de la historia de un grupo de alumnos de un colegio elitista que, gracias a las clases magistrales y excéntricas de un buen profesor, descubren la Poesía, el significado de «Carpe Diem» y la importancia de perseguir los sueños. Pues aquí en nuestra ciudad existe un grupo de personas, entre las que me encuentro, que perseguimos nuestros propios sueños, y que están con la idea de crear el denominado «Club de los poetas rojos», circunstancia que se le ocurrió a uno de ellos. Están con la manía de que el Ayuntamiento también les ponga una calle, y la verdad, no veo los nombres de Carcaño, Matías, Miguel Ángel, María, Ismelda, Rosana… y yo mismo con nuestros nombres grabados en una placa y colocados en un trozo de pared. No, no lo veo. Lo que sí se va a poner en marcha es esa especie de Club de los perseguidores de sueños, y después que nos quiten lo «bailao». Por eso, nadie nos va a quitar el sueño de seguir escuchando el tradicional Himno de Torrevieja, himno que va a cumplir 25 años, y que el muy buen maestro Grau ha realizado una adaptación en distintas versiones con el objeto de «modernizarlo», y ello tendría que pasar por Pleno del Ayuntamiento, lo que nos llevaría a oficializarlo de nuevo. De ahí que la pregunta que surge es si Torrevieja dispondrá de un nuevo Himno, desplazando al que creara el maestro Ricardo Lafuente Aguado. Otro sueño, que se va haciendo realidad, es el de los recortes, los ajustes y demás. Aquí también llega, claro. Por ejemplo, ha habido recorte en las subvenciones a todos los coros, con un singular sistema de puntuación, nuevos requisitos y con unas bases que han de cumplir todos, ay, excepto el Orfeón, que, por cierto, ¿quién tuvo la peregrina idea de crearlo, idearlo, bendecirlo… de forma tan arbitraria, tan kafkiana? Ay, pues ya saben ustedes quién, para qué vamos a escribir su nombre… el Padre de todos sus hijos torrevejenses. Porque, vamos a ver, ¿para qué sirve un orfeón si no se nutre de los mejores educandos de la Escuela de Canto Coral que tenemos? ¿Alguien me lo puede explicar? No quiero desviarme. Con ese sistema de puntuación se consigue un máximo de 15.000 euros al año. Pero un requisito básico de esta nueva idea es que todos los coros deben aportar 20 personas al mismísimo Orfeón; o sea, que esas 20 buenas gargantas de los coros Hódar, Casanovas, Barberá, Vallejos y Salinas serían el alimento necesario para que el buen director Mario Bustillo dispusiera de las mejores voces locales y deslumbrar con el Orfeón de Torrevieja. Eso lo sabe hacer cualquiera. Lo difícil es educar a los alumnos de la Escuela de Canto Coral Municipal, que, dicho sea de paso, tiene unas buenas profesoras, y crear la savia nueva para futuras incorporaciones a los coros locales. Y es que, claro, cuando las ideas se imponen a golpe de autoritarismo, despreciando siquiera otras opiniones, al final estas desorbitadas e inviables  gestiones culturales se convierten en una especie de parodia local sin fuste ni muste. Y no estoy en contra ni del Certamen, ni de la habanera, ni del canto coral, ni de los sufridores coralistas, ni del amor que ponen los directores. Estoy absolutamente en contra de las imposiciones, y si nacen de un megalómano, mucho peor. Insisto: ¿alguien puede explicarle a los torrevejenses por qué y para qué nació el Orfeón? Ojalá no se tergiversen mis palabras, ya que aquí somos muy dados a tergiversasr y a manipular, ay.

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