B.B.B. (basura, bicis, barracones)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro

Hace unos meses, quizás años para algunos, si hubiéramos encontrado tres BBB seguidas y juntas en cualquier artículo del periódico al que somos fieles (o no), pues que tampoco hubiéramos reparado tanto en ese trío como en estos momentos, en los que no se habla de otra cosa que de esas «agencias de calificación» (sí, como en el cole), que rebajan o suben la fiabilidad de una entidad financiera, poniendo «notas» tipo: suficiente, progresa pero es un poco «perro», «no llega a fin de curso sin que le saque una docena de veces al pasillo», etc.
Sucede que, como estas agencias son muy escuetas, sus evaluaciones las convierten en una cosa como triple AAA+, si son muy fiables y solventes, AAB+, si son algo menos, BBB… En fin, cosas suyas. Como no soy economista (sino de mi casa y mi familia) y no entiendo muy bien de dónde sacan esas valoraciones, trato, en este artículo, de aplicar una de estas notas al pueblo donde resido, Torrevieja City, porque, después de todos estos años (unos trece), podría aplicar una calificación triple BBB- que corresponde, ni más ni menos, a las iniciales de tres asuntos que no terminan de resolver estos políticos pardillos, o despistados, o ignorantes, o demasiado listos, o chapuzas, o incompetentes, vaya usted a saber.
La primera B corresponde al término BASURA. Hace justamente un año, el grupo que dirijo: Colesterol, presentó en la I Muestra de Teatro de Torrevieja, en el Teatro Municipal, una obra que escribí, dedicada especialmente a los protagonistas de las elecciones locales que se celebraron pocos días después: «TRASH» (basura en inglés, para que los guiris se animaran también a verla). El concepto BASURA se trataba de una manera metafórica, pues se aplicaba especialmente a toda esta clase política que nos engaña, ningunea, manipula y esquilma nuestro patrimonio. La metáfora estaba clara, pero más clara estaba su escenografía: el escenario estaba lleno de basura real, desperdicios, enseres desvencijados, mugre cogida de las calles, playas, solares y toda clase de rincones «abandonados» que existen en Torrevieja. Eso no era una metáfora: era pura realidad de entonces. Y de ahora, cómo no. Hay dos barrios que frecuento: uno es La Siesta (el mío) y otro son Los Altos. En ambos existe un lugar semicerrado donde los chicos pueden hacer deporte. Los dos recintos están rodeados de BASURA. El personal deposita allí (alrededor del terreno deportivo) todo lo que les sobra: podas, muebles, restos de obra, coexisten ratas con gatos infinitos, mierda, mierda de perro y más mierda: a dos pasos de un lugar donde se supone que nuestros hijos crecen (deberían crecer) sin tan deprimente e insalubre solar. Nadie se ocupa de limpiar, desinsectar, adecentar aquello. Eso sí, puedo también asegurar que las plantas de la mediana de la carretera principal de Crevillente a Torrevieja las terminan de podar, limpiar y pulir para que la imagen que se propone de Torrevieja a sus visitantes sea…, sea… falsa, irreal y hortera. Nuestros pequeños no sólo corren el riesgo de contagio de alguna infección, por todo lo que alrededor de estos recintos recreativos «germina», sino el de algún que otro incendio debido a la sequedad de las incontroladas «malas hierbas» que crecen y rodean el «terreno municipal deportivo».
La segunda B se la adjudico a las BICIS. Según noticia publicada en periódico nacional conocido, la semana pasada, España es el país donde se dan más accidentes de tráfico en los que las BICICLETAS se ven implicadas. Habitualmente, yo circulo en bici. Sí, por el carril ese que va paralelo a la mediana esa chula que han adecentado para aparentar el pueblo que Torrevieja no es. Sí, esa. Pues bien, no es la primera vez que me encuentro en el recorrido algún ciclista en el suelo, por negligencia o descuido de algún vehículo más grande que en los cruces con las rotondas tenemos que sortear. Aquí no reivindico sólo prudencia. De nuevo, voy a referirme al abandono que nuestros hijos tienen respecto a la independencia que supondría, DE EXISTIR UN CARRIL BICI QUE CONECTARA TODOS LOS COLEGIOS E INSTITUTOS CON EL CENTRO DE TORREVIEJA Y URBANIZACIONES, al poder desplazarse a sus respectivos lugares de estudio de una manera autónoma, segura y barata (para las familias y para el Ayuntamiento que subvenciona los numerosos autocares que llevan y devuelven a los chicos a sus barrios). Sólo haría falta un diseño inteligente de carril y un parking de bicis más abundante que el que actualmente existe. Los chiquillos que se atreven y van por la carretera con su bicicleta se encuentran que en el lugar de destino no existe un espacio reservado para poder dejarla protegida y la enganchan a cualquier poste, con el riesgo de no encontrarla a la vuelta de sus actividades. Esta B- es la segunda patada en el culo que los responsables políticos atizan a los representantes de esas futuras generaciones, que, parece ser, a los mandamases les importa muy poco dónde vayan a dejar caer finalmente sus huesos. Y van dos.
La tercera B es para los BARRACONES. Ya de entrada esta palabra suena a descuido. A desprecio. A desubicación. A desaire. A «apáñatelas como puedas, que no hay más». A guerra fría y caliente en los campos de concentración. Y en las aulas. «Los chiquillos se terminan adaptando», «no es tan terrible», «no es para tanto», «vale un güevo el alquiler de estos módulos»… ¡Coño, pues deja de gastar y haz un cole de ladrillo que es para siempre! «Pero, si no tenemos pasta»… pues no te la gastes en fuegos fatuos, artista. ¿Qué es prioritario para un político? …pues depende, si es antes de la elecciones o después, como se puede observar año tras año. Antes, sonríen, se comportan como si fueran de tu familia y te saludan. Después, desaparecen, tienen mal gesto y no tienen tiempo para nosotros y nuestros anhelos (básicos).
Propongo, pues, MANDAR A LOS POLÍTICOS a trabajar (no a mamonear) a los BARRACONES, A QUE SE COMAN LOS BOCADILLOS AL SOL (que ahora pega de la hostia), QUE VAYAN EN BICICLETA, NADA DE COCHE OFICIAL QUE NO HAY PASTA. Y QUE FUERA DE LAS HORAS DE TRABAJO SE ENCIERREN EN ESOS CAMPOS DEPORTIVOS MUNICIPALES, RODEADOS DE BASURA, para que sepan lo que es vivir en territorio «favela».
Resumiendo, demando, que, por tanto desprecio, agravio y humillación a nuestros hijos (que serán las generaciones que finalmente paguen las pensiones de esta ralea insustancial que son los políticos), estos individuos paguen, ahora y no después, sus desaciertos. Si en un trabajo no rindes o le caes mal al jefe, te echan a la calle, ¿no? Pues, eso… a la puta calle, a ver si se les baja la tontería, la prepotencia, y nos piden, por fin, su reinserción social; eso sí, a cambio de recobrar lo que nos pertenece: nuestra dignidad, nuestro presente y nuestro dinero (lo de los 100.000 millones que nos van a prestar, ¿no será otra insoportable mentira-trampa?).

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