El Periódico de Torrevieja nº479

Días de emociones fuertes y contradictorias los vividos en el fin de semana, entre la alegría desbordante en las calles, por el triunfo de «la roja», y el luto oficial, muy sentido en Torrevieja, por el fallecimiento de doña Rosa Mazón Valero, la que fuera primera alcaldesa, socialista, en la etapa democrática y popular comadrona, que ayudó a traer a tantos torrevejenses al mundo, cuando aquí no había hospitales ni nada parecido. Persona muy querida, por sus diversas facetas. Era de aquellos que entraban en política para servir a su pueblo y hacían todo lo que podían, con esfuerzo y sacrificios, para conseguir lo mejor. Cuando lo dejaban, volvían a su vida cotidiana, sin grandes aspavientos, pero sin imputaciones, ni negocios
turbios. Lo que sí dejó fue el poder a la oposición, a aquellos a los que el pueblo no había votado y que supieron aprovechar la ocasión para afianzarse en él. Se le rindió el último homenaje en el Ayuntamiento, como nunca se hizo con ningún otro alcalde.
Hay gestos que son de agradecer, no cabe duda. Cuando alguien te propicia un beneficio, es normal que le quedes agradecido. Son comportamientos que tiene el ser humano y que dicen mucho más de los sentimientos de cada uno que cualquier discurso o alabanza, por muy prolongado y benévolo que sea. La conciencia de las personas hace que sientan afecto hacia sus benefactores. Por eso es tambien normal que algunos tiendan a defender a quienes en un momento u otro les han favorecido o han tenido un buen detalle para con ellos. Aunque se vea que su comportamiento a otros niveles no es el que debiera, les vemos disculparles con ahínco. Son las pequeñas debilidades que los seres humanos no podemos evitar. Ahora bien, ¿hasta qué punto se puede hipotecar uno, apoyando un comportamiento ajeno, con errores o deficiencias que otros han cometido? Eso es algo más cuestionable.

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