Esto nos sale carísimo

Para los cuatro gatos que quedamos en este país que recibimos el nombre de «emprendedores» hay épocas terribles: los 20 primeros días de los meses de abril, julio, octubre y enero (aunque en éste la agonía se puede prolongar hasta 30 días). Son los días de liquidación de impuestos, días de cumplir como buenos socios al sostenimiento del equipo de la UNIÓN Europea y Estatal. Con esto no quiero decir que seamos los únicos que contribuimos y sólo en estas épocas, porque los que tienen una nómina -por cierto, ¿aún quedan de ésos?- cada mes ven cómo de su sueldo se les quita una cantidad para ingresarla en las arcas del club. Es lo que técnicamente llaman «retenciones», un invento de un político-economista listillo que en su momento consideró al ser humano incapaz de cumplir, por sí mismo, con las obligaciones tributarias y decidió que lo mejor era quitarle el «dinerico» poco a poco y después ya «ajustaremos cuentas».
Pues todo ese «dinerico» que nos quitan, más todo el que tenemos que pagar cada vez que compramos cualquier cosilla, son los impuestos, palabra dura, que en nuestro caso son las «cuotas de socios del club».
Me dirán Vds.: «a éste le ha dado una tontería grave, porque eso ya lo sabemos todos», y no lo dudo en absoluto y no es mi intención dar una clase de tributación ni mucho menos, es sólo para que yo, en mi ignorancia, vaya poniéndome en el camino de mis reflexiones, las cuales me encanta compartir con Vds.
Yo, como pequeñísimo empresario, me considero uno de los tantísimos jugadores que formamos parte del equipo UNIÓN Europea, y me encanta formar parte de él, ser de los que cada día salen al campo y luchan por ganar (bueno, no exageremos, tal y como están las cosas, con mantenerme ya soy feliz), por hacer lo necesario para que mi equipo sea cada vez más fuerte y tenga más prestigio y respeto en la liga mundial. Como todos los equipos, necesita socios para animar y, sobre todo, para mantener al club en marcha con sus aportaciones.
Y, siempre en mi ignorancia, yo me pregunto:
¿Por qué siendo jugador del equipo no cobro nada y además tengo que hacer una aportación como socio?
¿Por qué, cuando las cosas se ponen mal, se reduce el número de jugadores, que además pagamos y no el de los directivos del club, que cobran y mucho?
¿Por qué si estamos a punto de bajar a 2ª división no se pone dinero para que los jugadores estemos más incentivados y en cambio nos quitan las atenciones médicas y las educativas, mientras los directivos siguen con sus sueldazos y manteniendo unas áreas de empleo? (fíjense que no he dicho trabajo, algo muy diferente, porque es donde colocan a sus «amigochos» para que tengan un sueldo).
Además, y volviendo a los primeros párrafos, me da por pensar que con las cuotas (impuestos) que todos los jugadores aportamos al club, estamos manteniendo todo el aparato directivo que mueve nuestro enorme club, a saber: los viajecitos del Consejo de Ministros de la Unión Europea; el Parlamento Europeo con sus 736 eurodiputados (y toda la camarilla de asesores, secretarios, administrativos, etc.), que dicen las malas lenguas que disponen de un sueldo de unos 17.000 euros al mes, claro que éstos son los que asesoran a nuestro/s entrenador/es o «Mister» en las tácticas y estratagemas que hemos de seguir los jugadores para ganar la liga; y el resto de organismos o áreas que componen el equipo UNIÓN Europea; pero, como parece ser que a nivel tan grande no se dejan las cosas claras, o no se aclaran bien, nuestro equipo UNIÓN Europea necesita unos dirigentes en cada Estado socio y con esas cuotas también tienen que comer los que están preparando «tácticas» a nivel nacional, regional, diputacional y municipal, más quienes les asesoran a todos ellos, porque parece ser que esto de preparar «tácticas» es algo tan complicado que se necesita mucha gente.
Después de todo esto, ¿no se sienten orgullosos de saber que, con los «cuatro duros» que aportamos de cuotas de socios, estamos manteniendo tantas cosas, además de tener que jugar diariamente los partidos? ¡Pues es para estarlo! Por eso yo no entiendo nada cuando en la tele sale el dirigente de turno y me dice que aún tenemos que hacer más sacrificios, trabajar más y ser más solidarios. A mí lo único que ya se me ocurre para cumplir con todo eso es regalarles mi casa, ¡perdón, que ya no puedo! Se la ofrecí a una entidad financiera en dación en pago. Es que hace meses que tuve que elegir, o dejo de pagar mi casa o las cuotas de socio al club, y sentí un gran «repelús estomacal» al pensar que esos dirigentes se quedaran sin sus estructuras y sueldos y sin nada que llevarse a la boca, ¡pobrecillos!

Txema Álvarez Bolaños

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