El ser humano es, en general, espejo moral y físico de los diferentes sistemas sociales en los que está inserto. Pueden observarse ciertas estratificaciones colectivas relativas al fenómeno psicosocial de etilismo y su subdivisión en grandes rasgos.
Alcoholismo de la pobreza: Durante la época de la industrialización, estilo Manchesterismo, se produjeron masas de obreros hacinados en viviendas que hoy en día se declararían insalubres, matrimonios con alrededor de 8 hijos y con frecuencia con los mayores, era la regla.
Horas de trabajo extenuantes, largos caminos andando hasta los lugares de trabajo. Una vida resignada y fatalista. Los salarios insuficientes hacían necesario el trabajo de los niños en factorías, minas, etc., para ayudar con sus misérrimas pagas a los padres.
Los hombres recurrían en muchos casos al alcohol su hastío y su impotencia existencial para poder tapar, por lo menos temporalmente, sus problemas cotidianos y personales. Total, para manipular artificialmente su situación ante una vida sin horizonte.
Con los años del llamado «bien-estar» económico vino el «alcoholismo de la prosperidad». Tomar bebidas de categoría llegó a ser algo así como un símbolo de estatus social. Tomar e invitar a «whiskatas» se hizo chic. El clásico «chato de vino» desapareció. Empezó el llamado consumismo errático, una pérdida de muchos valores humanos y espirituales, fueron sustituidos por un falso materialismo y surgió el nuevo «fetiche del consumismo» y con ello el «fetiche del alcohol» progre.
Después vino el «alcoholismo del aturdimiento». El modelo era el refugio en la masa, en las masas, diversión, ocio, borracheras del aturdimiento… Ha alcanzado cotas más allá de lo alarmante y socialmente aceptable. También entre las chicas, superando ya a sus colegas masculinos. ¿¿Quién alerta a los jóvenes del peligro?? Los médicos ya hablan de un aumento progresivo de los problemas.
El Ruralico
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