La dictocracia española

Que en España no hay una democracia a la semejanza de Alemania, Holanda, Reino Unido, Canadá o EEUU es obvio, que a los políticos españoles les interesa seguir con esta dictocracia también es obvio. Los partidos políticos españoles tensan mucho la cuerda entre sí, pero nunca lo suficiente para romperla, excepto si consideran que con la rotura total se puede alcanzar el poder. España no es un país de grandes políticos y cuando hay una excepción, como José Mª Aznar, entonces los demás partidos unieron sus fuerzas para eliminarlo sin temor a cometer cualquier medio sin límite.
La ciudadanía también somos culpables de que todo esto ocurra, puesto que tenemos la obligación de que en determinados momentos tratemos a nuestros políticos y funcionarios con el máximo respeto, pero recordándoles que están al servicio de los ciudadanos, que somos quienes les pagamos, para que desarrollen su labor, que debe redundar en beneficio de toda la ciudadanía.
Decimos esto porque parece que vivimos en un país de Reinos de Taifas, los políticos de altura se blindan ante la Justicia, los demás se comportan como dueños de todas las haciendas, hasta los empleados que dependen de cualquier político se creen un «jefecillo».
La Justicia depende de los políticos, el partido de turno en el poder coloca a más miembros que el de la oposición en las instituciones, así pues, la obediencia es ciega. La pregunta que los ciudadanos nos hacemos es la siguiente: ¿Por qué cuando un juez va a dictar una sentencia que, en conciencia, ve que es injusta, no se declara insumiso para no dictarla? Por ejemplo, dictar el desahucio de una vivienda, amparado en la Ley Hipotecaria actual, que es injusta y leonina a todas luces.
Es muy lamentable que la frase de Alfonso Guerra se haya hecho realidad: «El que se mueva no sale en la foto», o Montesquieu ha muerto.
La situación en España en estos momentos es muy delicada, la falta de un plan energético, la falta de un plan laboral estudiado e implantado con valentía explicado y desglosado a toda la ciudadanía, la privatización de ciertas propiedades del Estado, entre otras, ante una emergencia como la actual, puede llegar a empobrecer a una gran parte de los españoles.
Aunque me he expresado en plural, no es mi intención generalizar, puesto que sería injusto.
No debe cundir el pesimismo, pero debemos ser conscientes de que esta situación es una realidad.

José Martínez Camallonga

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