El ser y el pensar o el enigma de la mente

Anaxágoras de Clazomene

Conviene a veces perderse en los laberintos de la mente para descubrir el secreto mismo de la vida como dedicación a reflexionar sobre su sentido, por lo que la crónica de hoy la iniciamos con uno de los presocráticos que intentó llevarlo a efecto.
Se trata del presocrático jónico Anaxágoras de Clazomene, hoy Izmir o Esmirna, donde naciera Homero. Anaxágoras vivió en el siglo VI antes de nuestra era y se instaló en Atenas, donde fundó la primera escuela o ateneo de filosofía y sus ideas sobre el «nous» (o pensamiento) las dedicó a escudriñar con sutileza los recovecos de la mente. Es célebre por su apotegma sobre el origen del pensar como algo material que se inicia con las manos, es decir «realizando algo», que Aristóteles matizaría como «el ser humano piensa, por lo que necesita manos». Rafael Sanzio lo ilustró siglos después en un mural sobre la Escuela de Atenas en la basílica del Vaticano con un Platón apuntando con el dedo índice hacia el kosmos superior de las Ideas y un Aristóteles bajando la palma de la mano hacia el mundo real de los valores.
De ahí y tras los análisis racionalistas del postrenacimiento moderno con Espinoza o Descartes en el siglo XVII, con muchas intervenciones como la de Leonardo da Vinci diciendo que «quien piensa poco se equivoca mucho», el tema ha estado siempre presente a lo largo de las dos culturas oriental y occidental, pues los pensadores chinos explicitan que el pensar es como el agua, que con el tiempo se hace más y más clara. Y os dejo rememorando la célebre escultura en bronce de Auguste Rodin del Pensador, coronando el dintel de la Puerta del Infierno de la Divina Comedia de Dante, que apoya su cabeza sobre su diestra cerrada sin mostrar los dedos y bajando hasta la rodilla la siniestra, quizás en respeto a las normas de los clásicos, que expresó magistralmente Johann Wolfgang Goethe: «Piénsalo antes de lanzarte».

HECHOS Y DICHOS
Sólo la inteligencia se mira a sí misma. Jaime Balmes

CONSEJO PRÁCTICO DE ANAXÁGORAS
El origen de nuestra inteligencia reside en las manos.

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