El Periódico de Torrevieja nº522

Para los que habíamos crecido y vivido en la confianza de que todo evolucionaba siempre a mejor, tanto en economía, como en educación, trabajo, justicia, sanidad o libertad; resulta muy complicado explicar a hijos y nietos que su futuro es tan incierto como actualmente se vislumbra. Esa inseguridad que se ha instalado en nuestro panorama diario, haciéndolo todo tan difícil, cerrando las posibilidades de superación propias del ser humano. Esa sensación de ir quedándonos huerfanos de todos aquellos beneficios sociales que se consiguieron en este país durante los últimos años del siglo XX supone un retroceso a aquella otra época oscura y triste, en la que había que emigrar para poder conseguir un poco de libertad, un trabajo digno o simplemente para abortar, en caso necesario -quienes se lo podían permitir, claro está; las que no, tendrán que volver a jugarse la vida como antaño, en la clandestinidad-. Porque está claro que nadie lo hace por gusto.
Mientras tanto, la corrupción sigue campando a sus anchas en los principales partidos políticos, sin que se les castigue por ello. Si les llegan a condenar, no cumplen, ni devuelven lo robado al pueblo. Ese pobre pueblo, arrasado y prisionero de los corruptos, a los que encima vota una y otra vez. Quizá para no perder las migajas que reciben a cambio. Los dos partidos que se reparten el poder no son capaces de salir del círculo vicioso -nunca mejor dicho- en el que se han colocado. Poniendo al país en un declive total hacia una pobreza absoluta, no sólo económica, también sanitaria, de educación, dependencia, investigación y, sobre todo moral. Hasta hacer desaparecer la Ley de Justicia Universal, que escandaliza al mundo y llega a ser frustrante para jueces y policías. ¿Hasta dónde serán capaces de hacernos caer? ¿Y nosotros de aguantar?

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