El Quijote en las aulas: sí

En efecto, introducir el Quijote (libro conocido por todo el mundo mundial, pero leído más bien por pocos) en la enseñanza obligatoria debe ser una experiencia no sólo pedagógica sino, además, muy enriquecedora para los alumnos. Y no digamos ya si también les pica la curiosidad a los padres y al conjunto de profesores (que seguro lo han leído, pero convendría una pausada relectura). El otro día leí no sé dónde que la Real Academia Española le encargó a nuestro espadachín escritor Pérez Reverte una versión del Quijote para jóvenes. El mensaje no era otro que el apuntado, es decir, iniciar a los más jóvenes a la lectura de esta magna obra literaria. Ya digo, una gran idea. Pero para mí no es nada novedosa y diré por qué. Hace ahora unos pocos años, un maestro de escuela torrevejense, muy querido y añorado por mí, D. Antonio Martínez Duréndez, concluyó un trabajo pedagógico cien por cien, con sus fichas incluidas, que llevaba por título «El Quijote en la escuela». Qué coincidencia; se había adelantado a la Real Academia Española, pero bien adelantado. Ocurrió que hubo una tibia iniciativa de la Concejalía de Educación por editar este preciso y precioso trabajo, pero se quedó en tibia, de una timidez que abrumaba. Como costaba sus buenos chapes decidieron que nones, que no veían la rentabilidad ¿política? por ningún lado. Y yo digo que su edición hubiera dado mayores réditos que la construcción del Conservatorio ese tan grandón que tenemos y que quieren ahora privatizar su gestión. En fin, lo que pudo ser una obra de obligada enseñanza y obligada lectura se quedó en nada. Sé positivamente que está a buen recaudo en un cajón de la mesa de trabajo del maestro o en un privilegiado rincón de su bendita biblioteca. Yo, que sigo siendo un utópico y con una renovada mentalidad de niño travieso, a pesar de mi dilatada edad, mantengo la esperanza en que un día esa obra de D. Antonio, realizada -y lo sé de buena tinta- con un profundo amor a la literatura y a la escuela, pueda ver la luz. Si tengo fuerzas suficientes y algo de pasta, que cuenten con mi colaboración. Lo digo con el corazón en la mano.
Nota: un alcalde del PP se gasta cuatro millones y medio de euros en una megalómana obra, denominada «La Torre del Vino». La inauguró la presidenta de lo que queda de Castilla La Mancha, Dolorcillas de Cospedal. Aquí no paramos de construir dislates por un tubo.

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