El terror a la orden del día

El yihadismo es un neologismo occidental utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la frecuente y brutal utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta «yihad», a la cual sus seguidores llaman una «guerra santa» en el nombre de Alá. La yihad como concepto básico del Islam es una cuestión debatida. Tiene dos tipos de acepciones: la «yihad menor» de inspiración violenta, en la que se intentan legitimar los yihadistas, y la «yihad mayor», de interpretación espiritual, que representa el esfuerzo que todo creyente debe realizar para ser mejor musulmán, mejor padre o madre, esposo o persona.
Como podemos comprobar, no todos los yihadistas piensan y actúan de la misma forma, solamente la yihad menor es la que está proporcionando el terrorismo en casi todo el mundo y tiene en estado de alerta a todos los países de Europa. Su principal lema y, bajo la idea de una guerra santa, es la impiedad, la barbarie, el asesinato y la sangre de todo aquel que les parece ser un infiel a sus ideas y todo es motivo de la creación de un dios (Alá) a su medida y capricho, o sea, ellos no creen en su dios por lo que él mismo representa, sino que se lo fabrican a su capricho y deseos. Yo hice el servicio militar en Aaiún (Sahara Español) y conviví con los saharauis poco más de un año. Ellos se mostraban tranquilos e incluso, muchos, formaban parte de nuestras tropas nómadas que nos servían de guías y ayuda en nuestros desplazamientos en el desierto cuando nos trasladábamos a Hasmara, Hagunia, Hechera, Villa Cisneros, o el Argud. Hablaban perfectamente nuestro idioma y estaban contentos con nosotros, pues muchos de ellos eran pensionistas españoles. En nuestras conversaciones les preguntábamos qué era para ellos el paraíso prometido por Alá y nos contestaban que era una vida de ensueño, que podían tener las esposas que quisiesen y que no les faltaría de nada, tendrían grandes lujos y riquezas, etc. pero ninguno hablaba de que vería a su dios Alá.
Para nosotros, los cristianos, y a diferencia también de los judíos, pues éstos creen que cuanto más estudien los libros sagrados y su conocimiento sobre ellos sea más elevado alcanzarán la vida eterna, Dios es nuestro Padre, cuyo amor hacia nosotros no tiene igual y que nos lo transmitió a través de su Hijo Nuestro Señor Jesucristo, considerado como Maestro y que nos enseñó dónde está el camino, la verdad y la vida para alcanzar sus promesas, que no es otro que seguirlo a Él mismo. Cuentan que San Juan Pablo II, cuando era sacerdote y ni tenía en mente que iba a ser Papa, se iban a casar dos jóvenes de su parroquia: ella, católica practicante, y él, que nunca había ido a misa y, como muchos otros, en los entierros se quedaba en la calle. Tras los esfuerzos de ella y su persistencia, fue a confesarse con el párroco de aquella iglesia, que no era otro que San Juan Pablo II. El muchacho le dijo que él no conocía nada de la iglesia y que era la primera vez que se acercaba a un confesionario. San Juan Pablo II le preguntó: «¿Quieres a tu novia?». Y el muchacho le contestó: «la quiero tanto, que daría mi vida por ella», y San Juan Pablo II le dijo: «hijo, ya empiezas a conocer a Dios».
Ahora que nos estamos acercando a las elecciones y empiezan las campañas políticas, nos damos cuenta, muy sensiblemente, de la falta de sentido común, formación y tolerancia de estas personas que van a vivir de nuestro dinero, nos lo van a quitar, como se está viendo, y lo van a administrar a favor de sus intereses partidistas para que en nuevas elecciones les den más votos, descalificar e incluso insultar a sus contrarios diciendo que ellos son mejores. En estos días, solamente he escuchado a un hombre, que se declara políticamente como liberal, emplear en sus palabras, que duraron unos quince minutos, cinco veces la expresión de «sentido común». Claro está, que después de escucharlo comprobé que en verdad lo tenía.
¿Se imaginan Vds. que, en las comisiones parlamentarias, se dialogara sensatamente y que cada uno intentara ponerse de acuerdo con los demás y sacar conclusiones conjuntas de cualquier aspecto en debate? Parece increíble, ¿verdad?

Carlos García

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