Un 3 de mayo cualquiera en libertad

Efectivamente, hoy no deja de ser un día cualquiera, uno más, pero con el ingrediente importantísimo de que se festeja el Día de la Libertd de Prensa. Para tener libertad de prensa, de medio de comunicación escrito, hace falta, sin duda, disponer de pasta, o de acudir a los bancos a que te la dejen y la devuelvas, con creces, tanto que a veces -muchas veces- se pone en juego la otra libertad, la de expresarse. Y eso pasa en todas las aldeas globales, y en la nuestra también, aunque no hace falta que acudas a los bancos, con insertar publicidad institucional en todas sus formas y maneras ya consigues la financiación adecuada para sacar adelante un medio de información. Así que una cosa es la información (ahora existen muchos más medios, redes sociales y demas), otra la expresión, y otra bien distinta el instrumento o medio de comunicación. Digo todo esto porque uno de los diarios más influyentes, más leídos y con un peso democrático importante en nuestra joven democracia, El País, tiene una deuda tan abultada -entre otras cosas, porque su director Juan Luis Cebrián gana una pasta gansa tremenda para así poder jugar en bolsa, como buen magnate que es- que se encuentra en manos de Fondos Americanos Buitres, distintos bancos y cajas, algún que otro millonario mejicano y otro jeque del oro negro. Aún con esos accionistas, la púa es grandiosa y la jeta del magnate también. Se ha permitido el lujo de echar de las tertulias de la Ser (del grupo Prisa) al director de Eldiario.es, Ignacio Escolar (yo soy suscriptor de Eldiario.es y pago una cuota anual para mantenerlo, como muchos otros traviesos de los medios), y anular las colaboraciones de uno de los mejores periodistas que tiene este país, Miguel Ángel Aguilar. Dicho lo cual, sólo me resta decir que, a partir de ahora, le vayan dando mucho por retambufa a El País, a pesar de sus muy buenos y honestos profesionales de plantilla; que al ínclito magnate le caiga la bolsa encima, que coja su dinero y acciones varias y se las meta por donde les quepa, y que Ignacio Escolar siga con su enorme profesionalidad, en pro de mantener limpia y digna la libertad de prensa y expresión. Sé que me he extendido mucho, pero creo que merecía la pena. Yo también fui un apestado de los medios locales, pero ésa es otra historia que, si llego sano a la jubilación, la contaré. Todo por ustedes, amables lectores.

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