La falta de espiritualidad…

A. Huxley describe tres formas de armonía: la armonía espiritual entraña la sensación de estar conectados con un orden superior. La humana se refleja en la conducta de una persona hacia su prójimo. Con la armonía animal, nos familiarizamos con la observación de criaturas libres y salvajes. Los humanos adquirimos esa armonía animal cuando nos entregamos a la «virtud del sol y el espíritu del aire» y no abusamos de nuestros cuerpos o interferimos nuestra innata inteligencia animal.
La naturaleza del hombre determina que debe llevar una vida autoconsciente en el tiempo…; «la armonía animal ya no es suficiente para dirigir la vida y debe complementarse con opiniones deliberadas entre el bien y el mal». Pero, aunque la armonía animal no sea suficiente, sí que es necesaria.
Cuando mente y cuerpo se separan, la espiritualidad se convierte en un fenómeno intelectual -en una creencia y no en la fuerza vital que es-, mientras que el cuerpo pasa a ser sólo carne.
Hace ya algunos años que Juan Manuel de Prada Blanco, conocido como Juan Manuel de Prada, en el año 1997 fue Premio Planeta y en 1998, la prestigiosa revista The New Yorker lo seleccionó como uno de los seis escritores menores de 35 años más importantes de Europa, junto a los alemanes Marcel Beyer e Ingo Schulze, a la francesa Marie Darrieussecq, al británico Lawrence Norfolk y al ruso Víktor Pelevin. Ya decía y comentaba en sus crónicas periodísticas y de radio que la espiritualidad en Europa se estaba perdiendo, pero que, en nuestro país, estaba casi desaparecida.
Aunque la espiritualidad no es exclusiva de los cristianos y católicos, sino que, como dice al principio A. Huxley, es la armonía de estar conectados a algo superior a nosotros mismos y, en exclusiva con nuestra alma y conciencia personal.
En el año 1975, en el que falleció Francisco Franco, dando paso a una transición política hacia la democracia sin altercados y pacíficamente, muchos de los actuales políticos y personas de los 40 a 41 años, no habían nacido, y pasamos del respeto y reconocimiento a nuestros mayores, pues, aún recuerdo que algunos de mis amigos llamaban a sus padres de usted, a una escandalosa situación de todo lo contrario, hoy se les pega a los padres si no hacen lo que tú quieres, se les mata, la edad media de los asesinos de género está entre los años antes mencionados, todo se considera de mi propiedad y si no haces lo que yo te pido, te mato. Ya no hay respeto por la vida de los demás, algo que debería ser sagrado e intocable, se le da estúpidamente el nombre de un Sacramento a un contrato civil, que por supuesto no le corresponde que es el de Matrimonio, ahora se quiere dar el nombre de el principal sacramento cristiano, también de forma estúpida, que son las bautismos civiles, hecho que es imposible realizarlo, pues, ambos fueron instituidos por Jesucristo y no tienen nada que ver con el aspecto civil, y podríamos estar hablando de muchas cosas más que están fuera de cualquier forma de espiritualidad.
Y ahora vienen las preguntas. Desde el año 1975 hasta la fecha, en nuestro país se ha confundido el término democracia, los sistemas educativos impuestos por los partidos políticos de turno, han fracasado estrepitosamente, nos han colocado en los últimos lugares de Europa, pero, no solamente es la culpa de estos sistemas, sino también de los padres, máximos colaboradores en la educación de los hijos. Hoy se les da todo para que no molesten y, si son reprendidos por algún profesor, te arman la marimorena, denunciando por malos tratos a dichos profesores aunque vayan en beneficio de la corrección anormal del muchacho. Todo esto ha hecho que abunde el fracaso escolar, el botellón, la droga, el tabaco y el acoso escolar sobre los más débiles de carácter. A todo esto han contribuido bastante los medios de comunicación, con las verborreas y tonterías que dicen la mayoría de los periodistas y presentadores, pues, hacen en lugar de verdadero periodismo, de payasos según para quién trabajan y les pagan por hacer estas incongruencias de comunicación.
El Papa Juan XXIII, gran amigo de los periodistas católicos de toda Europa, (unos 8.000) les decía: un buen periodista debe ser muy fiel a la noticia, decir la verdad y educar y formar al lector.
En una ocasión, estando en un Congreso de Laicos en el Palacio de Madrid, estuve trabajando en el taller de comunicación, al que acudían varios periodistas famosos de la radio y televisión. Entonces le pregunté a la Directora de Informativos de Televisión Española en aquellos tiempos, allí presente como católica, que por qué daban todas aquellas noticias en contra de la Iglesia, y me contestó que porque su familia tenía que comer y si no decía aquello, la despedían.
Entremos en otro tema más reciente y pregunto: ¿Ustedes creen que es democracia el no querer pactar por prepotencia, rencores y odios con el partido que ha sido votado por la mayoría de los españoles? ¿No creen ustedes que es una falta de respeto a esa mayoría en una democracia? Entonces ¿la democracia qué es, si no se respeta a la mayoría? ¿Para qué fue creada? ¿Tan difícil es dialogar y llegar a unos acuerdos que satisfagan a la mayor parte de los españoles? Ahí tienen ustedes a los alemanes, cuyo gobierno lo forman tres partidos diferentes, y han llegado a acuerdos extraordinarios que han convertido el país en la potencia industrial y económica más importante de Europa. ¿Por qué no aprendemos?
Hace unos días, un alto cargo del Consejo Europeo en Bruselas, declaraba que, en la mayoría de Europa, ya no existían las catalogaciones de izquierdas o derechas, que eso había desaparecido, pues la diferencia entre unas ideas y otras está únicamente en lo que demanda y afecta a la macroeconomía de los países, que unas personas lo harían de una forma y otras de otra con algunas diferencias, pero aquí, en nuestro país, aun estamos con esas tonterías, cómo se ve que los nuevos políticos no comían pan de centeno que te daban mediante cupones de racionamiento y que nuestras madres untaban de aceite y pimentón y nos decían que era sobrasada, y cuando tenías suerte, era pan con aceite y azúcar.
En fin, en definitiva, para el que suscribe, los grandes problemas de nuestro país, y generalizando, es que carece de educación cívica y cultural en muchísimos aspectos, y si los políticos no toman parte muy seria en este asunto, nos seguirá yendo bastante mal.

Carlos García

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