Torrevieja y el sueño

Suena algo de jazz en esta madrugada ventosa, un piano correcto y lleno de matices y un saxo sugerente y atemporal. Me dejo llevar. El tiempo es algo más que el correr alocado de un nanosegundo, es, en ocasiones, el perfecto apeadero donde abandonar las heridas y el equipaje que no cabe en el sueño que persigues, en aquello que definitivamente eres. No es mal consejo dejar atrás todo lo que te impide mirar con ideas nuevas al futuro.
Y llega la voz de Nancy Wilson interpretando «Free Again», un tremendo alegato a la libertad femenina, mucho antes del #MeToo, cuando ser negra y mujer era un pasaporte casi seguro al silencio y a la invisibilidad, un antes de ayer en donde ser negra te relegaba a la parte de atrás de cualquier autobús.
Y la atmósfera se llena de jazz, pero faltan la barra de bar, un perfecto «Negroni» con el punto justo de gin, Campari y vermú, con el que ofrendar a los Orishas de la blanca sal; y falta, sobre todo, el talento necesario para acomodar los acordes rotos que esconde toda biografía. Así que no esperes armonía, ni un redoble de tambor, ni un florido juego de palabras. Esta noche estamos solos. Dejémonos llevar.
Torrevieja aparece de improviso en estas líneas. Ustedes saben de mi delirio, de esta sangre y de este corazón que palpitan por nuestra patria chica. En realidad, somos la suma de muchas cosas, pero si hay algo que me define, un lugar del que no quiero marcharme, donde encuentro que nada me es ajeno y me duelen sus dolores, es cuando camino por estas calles, cuando me asomo al mar o a la laguna, cuando me tomo un café en cualquier terraza y huelo a mar y a infancia, y todo se concreta en un nombre: Torrevieja.
Estos días he tenido el inmenso honor de ser elegido para formar parte de la lista que presenta el Partido Socialista, mi partido, a las elecciones municipales del 26 de mayo. En concreto, en el número cinco. Decir que no tengo palabras para expresar mi agradecimiento a todos los que, de alguna u otra forma, me han ayudado a llegar hasta aquí, a la orilla de este sueño, a la posibilidad de devolver a mi ciudad, Torrevieja, una mínima parte de lo que me ha dado, de lo que me sigue dando.
Los sueños, cuando son fruto de la verdad, terminan por darnos la oportunidad de vivirlos. Que a nadie le quepa la menor duda de que lucharé con todas mis fuerzas para estar a la altura de este sueño.

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