Hambrunas, telebasura, Master Chef y comida de diseño

Hoy, este artículo lo hago tras haber conseguido un viejo anhelo: ver reconocida una pequeña obra literaria de mi creación poética, con el libro «Oda al amor», que ha sido como una consagración a mi hacer creativo en el mundo de la poesía.
Aunque esto me complace, no me aleja de mi pensamiento crítico con el mundo y la vida que nos rodea, con sus luces y más que sombras, cada vez más densas y oscuras. Y abarcan a una gran mayoría de seres humanos, que tienen derechos como los demás a una vida justa y digna, que se les niega. Todas esas gentes del más cruel infortunio, que están a nuestra vista con sus miserables vidas y sus miserables muertes, propiciadas por los poderes criminales sin humanidad que gobiernan el mundo. Esto es una ignominia de una inhumanidad lacerante que está ahí, día tras día, en ese llamado tercer mundo, cuando sólo hay uno. Como la vida, esa vida y ese mundo desarticulado, extenuado y empobrecido al límite por esa camada de «mamíferas hienas», «buitres» de la carroña especulativa de las finanzas, la especulación, de «lobbies», ambiciones y dominio, en una espiral sangrante.
Hoy, voy a hablar sobre las televisiones que, sin escrúpulos, ni moral, ni integridad humana, están ahí propagando, e incitando a ciertos «personajillos» que ganan una «pasta gansa» en varios programas televisivos con una sobreactuación obscena. Los juegos no «olímpicos» de los vicios peligrosos, destructivos, donde caen cada vez más los ilusos que sueñan y buscan el dinero aparentemente fácil y se enredan en esa maraña perniciosa, donde encuentran sólo su perdición, como están advirtiendo los psicólogos y sociólogos, sobre esta alarmante proliferación de salas de juego y su super enganche de la juventud, cada vez más joven, e, igual que la droga, los está destruyendo a ellos y a sus familias.
También quiero hablar de ese mundo televisivo de audiencias masivas de programas basura y sin un atisbo de imaginación inteligente, que no es para «educar al rebaño», sino para tenerlo entretenido sin más; con esta ínfima telebasura de copias de segunda mano de otros lares televisivos. Dentro de esos programas, que no sé si han creado o son importados, está uno que arrasa por todos lados a todas horas y canales que los han incorporado, y no tiene nada que sea mínimamente interesante, de calidad. Este, para mí, desatinado y vergonzante concurso a bombo y platillo de «Master Chef», o sea, «cocinero de la cocinería», donde celebridades al uso compiten y juegan con las comidas entre risas, jolgorio y espectáculo -para mí, es de repulsa-, donde no sólo mayores actúan entre sí, sino también niños; y están en pantalla magnificándolo. Esto es de escándalo. Mientras en el tercer mundo, las gentes, sin nada que comer, mueren, unos comidos por el hambre, la miseria más brutal e inhumana en toda esa escalofriante escala, de inmigrantes, refugiados, que nadie quiere, y en terribles campos de miseria, hacinados, se les va destruyendo. A esto que denuncio le falta también ese plus de élite al más alto nivel, donde los inventos de mínimos platos de comidas inventadas, de diseño, que más parecen cuadros para colgar o bodegones de locos alquimistas, son la revolución gastronómica de la alta cocina sin escrúpulos, humanidad, ni conciencia.
Todo ello me repugna y lo denuncio. Esta sociedad está podrida y huele mal.

Josefina García

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