Corría el año 84, cuando un servidor, trabajando en las Salinas de Torrevieja, entré a formar parte como secretario del Comité de Empresa por Comisiones Obreras. Tenía de presidente a mi amigo y gran sindicalista Felipe Albaladejo, que, con Ramón Arenas, el «Poli», el «Pértigo», el «Cajas» y otros (hasta 11), formábamos un comité que sacó adelante 3 convenios con importantes mejoras para los salineros.
Eran tiempos del sindicalismo romántico, donde no faltaron nuestras huelgas, incluso una semana de encierro en el Ayuntamiento, para finalmente conseguir parte de nuestras propuestas. En la parte contraria, se encontraban el querido y admirado jefe D. José Gomez Velasco y el gran abogado catalán Joaquín Massanet (a la postre, grandes amigos).
Como digo, eran tiempos en los que se luchaba por los obreros sin pretender nada a cambio, sólo el premio de un buen convenio para todos.
Cuento esto lleno de indignación, al ver en los televisores los vergonzantes plenos que se están produciendo en todos los municipios, para acordar subidas de sueldos para alcaldes, ediles, opositores, personal de confianza, asesores y demás, con una alegría y desparpajo que normalmente no se volverá a repetir a la hora de aprobar otros temas, aunque sean importantes para nuestro pueblo.
Una muestra del esperpento, pantomima y sonrojo es el ayuntamiento de Las Palmas, pleno de 1 minuto y 40 segundos para aprobar, por unanimidad, sueldos entre 75.000 y 50.000 “leuros” del ala a cuenta del contribuyente.
Todo lo que leímos, escuchamos y nos indignó o sorprendió en las diferentes precampañas por parte de todos los partidos (y digo todos) queda anulado en un suspiro, con el unánime y automático levantamiento de la mano (izquierda o derecha, es igual) para dar validez al suculento bocado en forma de sueldo.
Y no digo que no se lo merezcan, porque eso está por demostrar y ya juzgaremos sobre ello. Lo que me parece bestial es la rapidez y eficacia con que se solventa el tema pecuniario y, en cambio (sólo es un ejemplo), cuando se propuso municipalizar las basuras, que creo que era interesante y beneficioso, se eternizó para acabar en la papelera.
En fin, confiemos en el trabajo de la nueva corporación, asesores y cargos de confianza, y esperemos que se ganen sus buenos sueldos autoaprobados sin vacilar.
Juan Carlos García Sala
Torrevejense del Sequión
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