Redes

No se puede culpar a la herramienta

por el mal uso que se haga de ella.

En palabras de Tristan Harris (Cofundador del Centro para la Tecnología Humana):

Hay un problema en la Industria Tecnológica y no tiene nombre… ¡pero sale todo del mismo sitio! Si miras a tu alrededor, parece que el Mundo se está volviendo loco. Tienes que preguntarte si esto es normal o nos han lanzado a todos alguna clase de hechizo”.

Cada vez más gente siente que algo no va bien en las redes sociales. De preguntar a los ancianos por el significado de la palabra redes, seguro, nos contestarían que se trata de un tejido especial que sirve para atrapar pescado. Otro significado bien distinto se le atribuye hoy en día, aunque el propósito parece el mismo: atrapar individuos.

No se trata de estigmatizar a la red de redes, pero algo alarmante está ocurriendo con el nuevo paradigma de la información y el entretenimiento. La influencia que las empresas tecnológicas ejercen en la población de humanos es notoria. Pocos parecen escapar a la constante y creciente demanda de atención, por parte de un entramado tecnológico que parece diseñado para que estemos constantemente pendiente de él.

El antecedente a la concentración de interés masivo lo tenemos en la prensa, la radio y televisión, pero ahora la intención por mantener “enganchados” a los demandantes de información y entretenimiento es descomunal. Los propios fundadores de algunas plataformas digitales han alertando del peligro del uso indiscriminado de datos de usuario (robo de datos), adicción a esta tecnología, desinformación (fake news), polarización social, aislamiento o alteración de las relaciones sociales; incluso, alguien afirma que nuestra democracia está siendo atacada en favor de un sistema autocrático_tecnológico. Pareciera que algo causa todos esos inconvenientes al mismo tiempo.

Nada grande acontece en la vida

de los mortales sin una maldición”

(SÓFOCLES)

¿Estamos ante un dilema social, como afirman algunos autores? ¿Es legitimo abandonar cualquier ética en favor de un afán desmedido de ganar dinero e influencia sobre los demás?

Ya no se celebran reuniones sociales, ni comidas familiares, sin el concurso de los teléfonos conectados a las redes sociales. Lo que no somos capaces de decir a las personas que tenemos delante para relacionarnos con ellas, sentimos la imperiosa necesidad de comunicarlo a otras que no están presentes, ni participando de el evento que nos ocupa. Cada uno en su pantalla. Juntos pero abstraídos, ausentes. Nuestro cuerpo está presente, pero nosotros no.

Empresas como Google o Facebook son las mas ricas y exitosas de todos los tiempos. Tienen relativamente pocos empleados, pero tienen un ordenador gigantesco que genera dinero y, ¿por qué les pagan?. Esa es una pregunta muy importante”.

Jaron Lanier

(Padre fundador de la Realidad Virtual/Científico Computacional)

El modelo de negocio de estas industrias ya no es la producción de harware o sofware. Ellas ganan dinero con sus anunciantes y nosotros somos el producto. Se trata de un cambio gradual y sostenido, ligero e imperceptible en nuestro comportamiento y nuestra percepción.¡Eso es el producto! Cambiar lo que haces, lo que piensas, lo que eres.

El incesante goteo de datos, que son recogidos por los algoritmos informáticos, y que vamos dejando a modo de rastro digital en nuestro historial de actividad en Internet, va configurando diseños predictivos y de influencia personalizada, utilizados por las grandes corporaciones de la industria de las tecnológicas, que han pasado a convertirse en las más lucrativas y exitosas de todos los tiempos.

La pregunta : ¿A quién pertenecen los datos personales?, es casi ofensiva en sí misma.

Responder con el deterioro del derecho a la intimidad socava cualquier democracia que se precie. El uso y manipulación de información sensible de carácter personal debe ser regulado por las administraciones y organismos públicos. A nosotros, como ciudadanos, compete exigir medidas para evitar convertirnos en mercancía con un perfil digital. Reducidos a meros nutrientes de un sistema hiper_neoliberal capitalista globalizado que abusa sin escrúpulos de su poderío económico en favor de sí mismo, a la vez que crea bolsas de pobreza excluyente para miles de millones de personas. Eso es lo que hay, pero si no reaccionamos y lo enfrentamos será aún peor. Y todo apunta a que no lo haremos.

La operatividad del poder ha cambiado. Los grilletes y las acciones por imposición y la fuerza de imperios anteriores se han cambiado por una falseada percepción de ilusoria libertad y el susurro sugerente de los sistemas informatizados robotizados. Ahora, nos desnudamos sin que nadie nos lo exija, tenemos que ser transparentes, tener éxito, una tarjeta bancaria y un tel móvil. Ya no son los profesores , padres o capataces los que demandan lo mejor de nosotros. Hoy, la auto exigencia constituye la vertebración neuronal de una sociedad en la que las promesas de la Modernidad : trascender la escasez y alcanzar el reino de la libertad ,se han incumplido lastimosamente, a pesar de los avances técnicos y de la culturización académica masiva.

El Big Data, como si de un agujero negro se tratara, constituye un torrente excitado repleto de información, desinformación y algoritmos de control. Su influencia voraz es capaz de sumergir a los individuos en nicho digitales; aislando a cada quien en su burbuja perceptiva. Encarcelados, sin reconocimiento de la ausencia de libertad, en una pseudo- realidad repleta de las cosas que nos gustan.

El filósofo británico Jeremy Benthan imaginó una cárcel en la que todos los reclusos estén bajo el campo de visión del vigilante (Panóptico), sin que los presos sepan si la vigilancia se está produciendo en todo momento. Una torre central, en el centro del edificio del penal, posibilitaría la observación simultanea de las diferentes celdas. Los condenados no tienen forma alguna de saber si estaban siendo vigilados por el vigilador. Así, no se necesitaría una atención constante por parte de los controladores.

Los datos personales se han convertido en el

negocio más valioso del mundo

(Teh Economist / mayo de 2017)

Otro filosofo sur coreano Byun-Chul Han -últimamente estoy muy influenciado por su trabajo- delinea un mundo posmoderno, poscapitalista, y posmarxista en donde ya no hay más clases sociales:

El imperio global no es ninguna clase dominante que explote a la multitud,

pues hoy cada uno se explota a sí mismo,

y se figura que vive en libertad […]

En el imperio propiamente no gobierna nadie. Él constituye el sistema capitalista

mismo, que recubre a todos. Así, hoy es posible una explotación sin dominación”.

AV Espuch

1 comentario

  1. “Nada grande acontece en la vida

    de los mortales sin una maldición”

    (SÓFOCLES)

    La maldición es la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE) de 3 de julio de 1985, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de España (LOGSE) de 1990, la Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006 y la LOMLOE (también es conocida como Ley Celaá).
    Gracias a todas ellas tenemos burros manipulables y manipulados, sin instrucción, en lugar de personas con raíces, criterios, valores y normas.

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