Por todo lo que está sucediendo, se atrevió un colectivo oriolano hace unos días a convocar una manifestación contra la corrupción, y la respuesta obtenida nos da la medida de la situación actual. Sólo unas trescientas personas se atrevieron a participar, proclamando que no aceptan tanta corrupción. Seguidamente, hubo otro acto de apoyo al partido que gobierna el Ayuntamiento, con autobuses y paellas gratis, donde se multiplicó por diez la asistencia. Ahí es donde radica la cuestión, que eso mueve mucho dinero, que todo lo tapa, y en que, desde lejos, nos escandalizamos de lo que pasa, por ejemplo en Marbella o Mallorca, y después, con los juicios y tantísimas personas imputadas: alcaldes, altos cargos, concejales, sus parejas, etc. etc. Pero, ¿qué es lo que pasaba allí? Muy sencillo: todos cobraban comisiones (cada vez más altas) por todo lo que se moviera. Todo se compraba y se vendía. Una red de clientelismo establecido copaba todos los rincones, donde sólo «triunfaba» aquel que se enredaba en ella o «untaba» debidamente. Se colocaba en buenos lugares a aquellos que eran obedientes y a sus familias, castigando ejemplarmente a quienes no se doblegaban. Eso era conocido por todos internamente, aunque se silenciaba, y los medios de comunicación locales lo ocultaban, para sobrevivir, ya que, si alguno se atrevía a discrepar o dejar hablar, era apartado, ofendido y vilipendiado por todos aquellos que se lucraban de una manera más o menos directa, pero segura, y no querían perderla. Todo esto, al cabo del tiempo, se convierte en un círculo vicioso, tan viciado que reventó. Beneficiados, familiares, alquilados, colocados… todos a votarles para no perder el chollo, y llegaron a donde llegaron. Pero… ¿a quién no le suena todo eso? Porque hemos llegado a escuchar muy cerca que: «Es el pan de mis hijos y me da igual que hagan lo que quieran». Penoso, ¿verdad? Porque deberíamos saber que el pan también se puede ganar sin ser cómplice de algo así.
Acertadísima reflexión. Esa es la realidad. Enhorabuena.
A mi me invitaron a ir a la fiesta del PP, recibiendo por sorpresa un email por parte de un simple conocido que evidentemente está alimentado por los organizadores de evento, pero fue tal el cabreo que recibí ante tan obscena invitación, que tuve incluso palabras amables en mi respuesta: «Gracias por la invitación, creo que todo el esfuerzo de convocatoria, recursos, personas…etc. que estáis haciendo lo tendríais que haber hecho para asistir a la Manifestación contra la Corrupción y contra vosotros mismos, que sois los protagonistas»