Anoche, 30 de octubre, tuve la suerte de ser invitado de protocolo al estreno del musical «Jesucristo Superstar» en Torrevieja.
Ante un Teatro Municipal plagado de personas, en su mayoría autoridades municipales y otras personas de la Concejalía y Ayuntamiento, con un retraso de quince minutos, comenzó el espectáculo.
Con una puesta en escena bastante pobre (tan sólo varias columnas estilo romano), se inició esta ópera rock en la que, principalmente, destacaría el poder auditivo; unas voces impresionantes, con tesituras muy dispares; desde sopranos, pasando por barítonos, a tenores.
La obra se estrenó a principios de los años 70 en Londres, y resalta los enfrentamientos políticos y personales entre Jesús y Judas. Está narrada desde el punto de vista de Judas.
La acción tiene lugar durante la última semana de la vida de Jesús.
El vestuario sorprende por su pobreza, al igual que la escenografía; los bailes iniciales del espectáculo son más dignos de un festival de fin de curso de colegio que de un musical de estas características, cuyos precios oscilaban entre 45 euros y 35 euros; un precio nada apto para público joven; y menos en tiempos de crisis, como los de ahora.
Gerónimo Rauch (Jesucristo), Paco Arrojo (Judas) y Sandra Criado (María Magdalena) fueron los encargados de cantarnos la conocida historia que, décadas atrás, interpretaron con maestría unos jóvenes Ángela Carrasco y Camilo Sesto.
La primera parte del musical (hora y media) se hizo más o menos amena. Tras un descanso, volvimos al Teatro a ver la parte de la crucifixión y cómo Kaifás unía a sus villanos para ir a por Jesucristo.
La climatología del Teatro no ayudó nada a que la segunda parte se hiciera llevadera; el calor era bastante insoportable, y ya se advertían los primeros bostezos de la noche.
Para mi gusto, además de vestuario acorde para un escenario y escenografía, le faltó ritmo; había silencios poco justificables y, excepto Judas, el resto de actores principales se limitaban a cantar las canciones en directo con la banda que se encontraba debajo de las butacas, más que interpretar los grandes papeles que, gracias a la popularidad que la pequeña pantalla, les han dado, y los ávidos productores y empresarios les contratan en busca de público adolescente con ansias de ver a sus nuevos ídolos.
Tras un final de unos interminables quince minutos, en el que Jesucristo cantaba de manera magistral, pero apenas gesticulaba un paso o un mínimo gesto de dolor al ser fustigado con un látigo, terminó el espectáculo.
Me fui a casa con ganas de dormir; vi un gran recital de canto; nada más.
Domingo Sánchez
Excelente articulo; yo fui a verlo el sábado y mi novio se le caia la cabeza del sueño; la triunfita muy sosa y todo muy cutre; llevaban panatlones cagaos que venden los los hippies a 8€